Casi el 90% del personal de terapia intensiva tiene signos de agotamiento: trastornos de sueño, irritabilidad y ausentismo

El último informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva generó preocupación y detalla que el personal de salud sufre trastornos de sueño e irritabilidad. Más del 50% de las instituciones no cuenta con un “comité de bioética” para aplicar el “protocolo de última cama”. Si bien está en descenso, las plazas en UTI están ocupadas en un porcentaje cercano al 70 % y hay un 20% de pacientes con respirador mecánico en camas comunes por falta de plazas de alta complejidad, un dato que dista de los números oficiales que suelen mostrarse en los informes.

Son médicos intensivistas, enfermeros especializados, traumatólogos, anestesistas, entre otros especialistas que todos los días asisten a los pacientes internados en cuidados intensivos. De ese personal, el 88% del personal de salud “tienen signos de agotamiento”.

El 61,46% del personal se siente irritable y el 57,81% sufre trastornos del sueño, como consecuencia del estrés que viven, entre otras cosas, por tener que informar los fallecimientos diarios de enfermos a sus seres queridos.

Estos no son los únicos signos que afectan al personal de salud: el 36,46% de los trabajadores sanitarios que se desempeñan en terapia intensiva -según el relevamiento fechado el 11 de junio pasado- en algún momento se mostró “agresivo”; más del 36% también tuvo muestras de “impaciencia”, y el “ausentismo” del personal por esta combinación de factores llega al 30%.

La segunda ola de COVID-19, las características de contagiosidad de las nuevas cepas y la aplanada curva de casos, pero aún con números muy altos, de contagios , en un promedio de 20 mil y de fallecidos que todavía rondan un promedio de 500 diarios, son un combo muy peligroso que hace que el sistema sanitario continúe sumamente estresado.

También, según sus testimonios,  los afecta la incertidumbre de no conseguir una cama de cuidados de alta complejidad para el 23% de los pacientes graves conectados a un respirador mecánico, que están alojados en salas comunes. El 75% de los internados en terapia en todo el país necesita ventilación mecánica, según el documento de la SATI.

Este combo es producto de un año y medio de pandemia, tiempo en que no se logró incorporar el personal necesario para posibilitar el descanso de quienes están agotados; en el medio genera incertidumbre la alta ocupación de camas y el faltante (por alta demanda) de medicamentos de sedación para los pacientes intubados.

A pesar de esta situación «extrema» que se vive dentro de las unidades de cuidados intensivos, “solo un 38% cuenta con un programa de soporte emocional para el equipo de salud dentro de la institución”, refleja el informe de la SATI.

La situación es similar en el sistema público y en el privado, donde actualmente se discute el aumento de sus salarios magros para la batalla mesiánica que enfrentan. Al sector privado se le adiciona el componente económico: hay clínicas y sanatorios que pusieron en duda el pago del medio aguinaldo; ya existen retrasos en el depósito de sueldos y honorarios, por el “desfinanciamiento” que existe, según denuncia  la Cámara de Prestadores del Conurbano por el aumento de costos de insumos como medicamentos y oxígeno medicinal, y la no actualización de las prestaciones por parte de las obras sociales, entre ellas el PAMI y IOMA.

Las prepagas también denuncian que las largas terapias intensivas de los pacientes Covid los están fundiendo. Este hecho también impacta en la psiquis de quienes día tras día luchan en las terapias intensivas contra la cara más dramática del COVID-19. Situación que da cuentas de la situación por la que atraviesa todo el personal de salud, que escucha atentamente la posibilidad de la llegada de nuevas cepas, tercera ola, todas cuestiones sobre las que no están seguros de estar en condiciones óptimas para enfrentar.