Finalmente, el Gobierno decidió suspender el feriado puente del 24 de mayo. La decisión será formalizada en los próximos días, pero en el mientras tanto, ya generó preocupación en el sector del turismo, la hotelería y la gastronomía, rubros que vienen muy golpeados desde el inicio de la pandemia.
Los antecedentes negativos en materia de salud del fin de semana extra large de Semana Santa, parece haber sido el detonante de la medida, debido a la multiplicación “explosiva” de contagios que se dio luego del éxodo masivo de ese fin de semana a distintos destinos del país.
Más allá de la justificación sanitaria, sigue siendo la preocupación económica la que sobrevuela la medida y la cuestiona. Referentes hoteleros ya manifestaron que no podrán atravesar en pie otro año como fue el 2020, y que las pérdidas económicas son irreparables.
También las pérdidas son laborales ahondan la preocupación. La pandemia ha tenido un impacto sin precedentes en la industria del Turismo, que ya perdió unos 130.000 empleos, según la Cámara Argentina de Turismo (CAT) y entre otras implicancias, los enfrentó a un volumen inédito de cancelaciones y reprogramaciones de todos los servicios turísticos. Como consecuencia de la inestabilidad del contexto actual: los cambios en las normativas de cada país, en las programaciones de las aerolíneas y los rebrotes del virus, a partir de noviembre, aproximadamente el 70% de los casos de pasajes aéreos que ya estaban resueltos debieron volver a gestionarse.
Los jugadores del sector coinciden en que todavía hace falta esperar mayores precisiones. La decisión aún no fue oficializada y no todos optarán por no viajar, anticipan: hay muchas personas que, quizás porque sus condiciones laborales se lo permiten o porque logran llegar a un acuerdo con sus empleadores, se movilizarán igual, pero las expectativas cayeron en picada.
Así pues se achican las posibilidades de generación de pequeños puestos de venta, espectáculos callejeros, pasatiempos y distintas opciones que se movilizan los fines de semana puente justamente a fin de alentar a un sector de la economía que está duramente golpeado y para quienes no hay en ésta etapa subsidios estatales como sí los hubo en el inicio de la pandemia.
El dato saliente: si bien el de mayo no es de las fechas más populares, cada fin de semana largo moviliza millones de personas y de pesos. Durante Semana Santa, 4 millones de personas viajaron, con un gasto total $14.066 millones, que lamentablemente, para los bolsillos de una economía muy golpeada, en éste caso no circularán.