Simple: una propuesta «práctica» para sacar a América Latina de su pobreza estructural

No es fácil convencernos de que podemos terminar con la pobreza estructural. No lo era antes, y no lo es ahora, atravesados por los efectos de una pandemia tremendamente nociva en lo social y en lo económico, con muchos puntos en común con las grandes guerras globales. Simple, el libro que Sudamericana puso en la calle en éstos días, tiene los argumentos que desmienten la condena de todos los pueblos latinoamericanos a ser pobres.

No es fácil dar crédito, luego de reiteradas teorías fallidas, y en tanto nos neguemos a abrirnos a propuestas renovadas más sensatas, racionales, elaboradas y muchos menos rimbombantes, que pueden ser ensayadas en las distintas latitudes de la subvaluada América Latina.

El libro de Gerónimo Frigerio viene a ocupar ese lugar, a llenar de impulso positivo esa inercia contraria a todo desarrollo y expansión. Llega para alumbrar a las naciones, muchas veces a oscuras o “autoimplosionadas” por los mismos Gobiernos y sus sociedades que son funcionales a mecanismos perversos que conducen reiteradamente al fracaso.

Frigerio, especialista internacional con veinte años de experiencia en el diseño y la ejecución de proyectos de desarrollo económico y social en América Latina, y quien fuera funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial, cuenta en su libro, no repetidas recetas sino reglas prácticas básicas sobre cómo “inventar el propio trabajo” que en el mercado “no habrá”.

Crear su propio trabajo dentro del sector privado con costos cercanos a cero, propone el autor. ¿Cómo? Con reglas básicas que posibiliten disminuir la informalidad y ganar competitividad, lo que por decantación generará nuevos empleos.

He aquí el planteo. La realidad empresarial del cono sur es contundente: el 99% de las empresas de América Latina es MiPyme, de las cuales muchas de ellas incluyen un plantel de hasta 200 personas, pero otras tantas ocupan sólo a una, o dos o diez y con esas estructuras son las mayores generadoras de empleo de la región –un 60%-, la clave para reducir la pobreza.

Lo que se plantea es prescindir de los costos asociados: contadores, abogados, notarios, contratación de servicios y la participación necesaria de distintos organismos del Estado, que lo ingresan a un sistema formal del que queda cautivo y le genera enormes gastos.

En la era de la digitalización, armar una MiPyme no debiera ser mucho más que la creación propia, en forma gratuita y en un solo proceso, con una aplicación desde nuestro teléfono móvil. Lo que al mismo tiempo nos facilitara realizar las contrataciones que necesitemos como así también darlas de baja al tiempo de dejemos de hacerlo o hasta cerrar la empresa si no tuvo el éxito económico esperado.

Ante una realidad tan compleja la solución es simplificar al “extremo” las regulaciones que atañen a las pequeñas empresas. Y el contexto puede ser la gran oportunidad, ya que por su actual magnitud requerirá encabezar las agendas de los países, buscar alianzas regionales, políticas públicas orientadas a tal fin y un destino común detrás  de la generación más y mejor empleo.

América Latina ha fracasado en establecer reglas simples para generar trabajo en condiciones formales que brinden oportunidades de progreso a su gente. Cuando se crea empleo formal, se logra trascender al desempleo y la pobreza, pero las perspectivas a futuro de que esto suceda o muy bajas o nulas, lo anticipa la Organización Internacional del Trabajo con cifras alarmantes.

Las reglas de la región para emprender y hacer negocios son tan complejas que los latinoamericanos nos hemos especializado en encontrar alternativas para subsistir a la mala regulación del Estado y toda la región convive de forma “natural” con el trabajo informal, como si fuera una red de contención social. Informalidad que, entendida como una única forma de subsistencia no están socialmente penalizadas y, en consecuencia, se evaden impuestos y se incumplen reglas reglas o normas en casi todas las actividades y países.

«Mientras las malas reglas sigan generando informalidad y desempleo, América Latina seguirá sumida en la pobreza», señala entre sus páginas el abogado de la UBA. Lejos de pretender una utopía, entender cómo dejar de ser pobres debiera ser la principal prioridad de todos los latinoamericanos. Generar soluciones para que emprender y trabajar en la región sea simple y económico es un camino que aún no se ha ensayado y que tiene el potencial de transformar el futuro de América Latina en uno de progreso, argumenta el autor.