Inquietos por la dramática caída en las ventas, empresarios y trabajadores se hacen la misma pregunta. ¿Seguimos o vamos a cerrar?». Para aquellos que llevan adelante un emprendimiento desde hace muchos años el cierre no es fácil pues el cambio de vida sería drástico. “Es lo único que sé hacer”, si no tendría que ir a manejar un “Uber” señala Pedro, de la zona oeste, quien ya vendió los dólares que tenía ahorrados para pagar deuda y comprar mercadería.
Es la dura realidad de tantas Pymes que, en distintos sectores, intentan seguir adelante a pesar de la crisis. Muchas ya quedaron en el camino. Las grandes empresas endurecen condiciones: exigen pago al contado. Pero las medianas y chicas dan cheques a 6 meses. Y, además, crece la presión de AFIP que a veces presenta condiciones más duras a los más chicos que a las grandes empresas.
Una de las mayores broncas que acumulan es contra la AFIP. Hay una tremenda voracidad fiscal. No hay tolerancia, a pesar de la crisis. Durante el año pasado las PyMEs se vieron obligadas a tomar créditos bancarios para pagar impuestos. Y con la suba de las tasas de interés, cuando explotó la crisis, esa deuda los asfixió.
Según la estadística oficial de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), entre noviembre de 2017 y el mismo mes del año pasado cerraron 10.896 Pymes de hasta 100 empleados. Equivale a decir que hubo 30 quiebras por día.
De acuerdo a la SRT existen 511.348 firmas de ese tamaño. En total hubo 49.976 personas que en ese período perdieron el empleo en ese tipo de empresas, según el arqueo de altas y bajas que realiza la AFIP.
En el Gobierno está al tanto de esta triste realidad y hay funcionarios del equipo económico más importantes que lo reconocen, al tiempo que admite que -de corto plazo- no hay solución posible.
De ahí la tremenda preocupación que genera otra posible corrida cambiaria “es que no la podríamos aguantar” relata el empresario. Al único que no le preocupa es al gobierno, dijo en referencia a las palabras del ministro de Producción Dante Sica quien aseguró en medio de la “disparada” de la semana anterior -con el dólar a $43- “que no estamos preocupados por el tipo de cambio”.
El propio Mauricio Macri anunció un esquema de créditos subsidiados para pequeñas y medianas empresas. El plan, por un total de $100.000 millones, promete líneas a tasas de hasta 29% anual, bien por debajo del costo de mercado.
En las cámaras que agrupan a Pymes reinaba la desconfianza. «El mismo Gobierno que eliminó los denominados créditos productivos, con tasas subsidiadas, ahora viene con este anuncio. Parece más de campaña que otra cosa», se distancia uno de los directivos.
La vida de un Pyme, en medio de la crisis, pasa más por el cuidado de las finanzas y el recorte de los gastos antes que por el intento de ganar mercado. Les sucede a todos. Pues en la mayoría de los rubros la recesión ha hecho un desastre y en comparativo por ejemplo de panificadoras, las ventas interanuales cayeron el 30%.
Son empresas que al principio de la crisis pueden andar bien, porque lo último que la gente se achica es en alimentos pero cuando el ciclo negativo se profundiza y los niveles de consumo masivo retroceden a marcas históricas, nadie se salva.
El cuadro de situación pueda variar durante este (recién iniciado) 2019. La campaña electoral y el escaso margen de maniobra del que dispone el Gobierno para tomar medidas, por la volatilidad cambiaria y el acuerdo fiscal con el FMI, conspiran contra un escenario económico más optimista.