El pacto Mercosur – Unión Europea que en su momento alentó Mauricio Macri como viable para el crecimiento argentino genera más de un problema para el gobierno de Alberto Fernández. Por un lado, es celebrado por su principal socio comercial, Brasil de Jair Bolsonaro, que anticipó romper con el Mercosur si el acuerdo con el bloque continental se cae.
Por otro, enfrenta preocupaciones de sectores pymes y sindicatos que temen que, con el acuerdo en marcha, se abran las fronteras y no se cuide el empleo nacional. No obstante, para que el pacto se materialice hay un largo recorrido por delante porque no solo debe ser aprobado por cada congreso de cada país del Mercosur, y ratificado por todos los presidentes, sino que también tiene que ser consentido por los parlamentos europeos. Actualmente, el tratado está en etapa de traducción.
Para el actual Jefe de Estado de la Nación, los acuerdos no son nocivos siempre y cuando no perjudiquen a la industria argentina, golpeada duramente en cuatro año de macrismo. En campaña, aseveró «lo que aparece como acuerdo condena a la Argentina a un proceso de desindustrialización muy grande. Y lo que necesitamos es levantar las persianas de las industrias. Mi obsesión es que no haya un solo argentino sin trabajo».
Kulfas en la UIA: luego de la emergencia se espera la etapa de las inversiones
Ya como presidente, en un acto en SMATA sostuvo que “nosotros no tenemos problema que junto al Mercosur vayamos a unirnos a la Unión Europea, eso en la medida que esa decisión no afecta a nuestra industria”. Aseguró que el Mercosur, unión que forman Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, debe ser un “espacio común desde donde enfrentar a la globalización”, un “hecho irreversible” que se debe asumir con “inteligencia”. “La globalización tiene sentido si la industria argentina se potencia. Vamos a abrir los mercados todo lo que sirva para que la industria sea más fuerte”, agregó el mandatario.
Desde el lado de los industriales, confían en que Matías Kulfas hará lo posible para no materializar el entendimiento recordando que, en su momento, cuando Faurie anunció el pacto, lo criticó por falta «de transparencia» y por inconsulto. «Los sectores involucrados se enteraron por los diarios», aseveró.
Y agregó que «hubo falta de estudios de impacto y desconocimiento de algunas cláusulas». Ahora como ministro apostará a escuchar y lograr sintonía con los sectores que podrían ser perjudicados por el acuerdo Mercosur – Unión Europea. De hecho, ya pequeñas y medianas compañías advierten que el pacto traerá severas consecuencias no solamente para ellos sino también para áreas vulnerables del Viejo Continente.
Así lo manifestó Raúl Zylbersztein, secretario general de CGERA: «La UE no necesita proteger su industria por el mecanismo de aranceles. Pero el Mercosur tiene aranceles del 20 al 35%. Bajarlos a cero es una gran asimetría para los sectores mano de obra intensiva».
Y añade un dato que no puede pasar desapercibido para la Casa Rosada: En su momento, Cambiemos no realizó ningún estudio del impacto que tendrá en las economías y cadenas de valor de la Argentina y que «solo se privilegió el negocio de ciertos productos primarios».