Este viernes se llevó adelante en Brasil un paro general, que en las principales ciudades del país fue acompañado por movilizaciones masivas. El reclamo principal tiene que ver con el rechazo a la reforma previsional impulsada por el oficialismo y al recorte del 30% del presupuesto para todos los niveles de educación. En las semanas previas ya se habían realizado multitudinarias marchas al respecto en unas 200 ciudades del país.
El gobierno derechista de Jair Bolsonaro congeló millones de dólares del presupuesto disponible para Universidades Federales (incluso habló de la necesidad de cerrar las carreras de Filosofía y Sociología) e implementó recortes en todos los niveles educativos. Se bloqueó casi la mitad del presupuesto previsto (1.400 millones de dólares) para la construcción de instituciones de educación básica y todo el presupuesto disponible para instituciones de educación técnica.
A partir de los reclamos del movimiento estudiantil, a principios de junio una jueza Federal Civil de Bahía dictó una medida cautelar que suspendía el recorte, que luego, a pedido del gobierno de Bolsonaro, fue revocada por el Tribunal Regional Federal de la 1° Región el día 12.
En lo que hace a la reforma previsional, el ministro de Economía y Hacienda Pablo Guedes planteó la necesidad urgente de una reforma previsional, a riesgo de la quiebra del Estado. En reemplazo del sistema estatal, el economista neoliberal propone un sistema de capitalización por el que el trabajador (y no el empleador o el Estado) sea el responsable de ir aportando a su retiro futuro.
La propuesta, que no avara a la clase política o a los militares, debería ser aprobada por un tercio de la Cámara de Diputados, lo que se intentará garantizar antes del receso de invierno. Luego pasaría al Senado, de donde podría volver a la Cámara baja en caso de modificaciones.
Otro tema que aparece como marea de fondo de las movilizaciones tiene que ver con las recientes denuncias sobre manipulación de la Justicia, hechas públicas a partir de una serie de artículos publicados en el sitio The Intercept. Allí se denunciaba la connivencia del juez Sergio Moro (actual ministro de Justicia) con fiscales para manipular los datos del Lava Jato e involucrar al PT, lo que derivó tanto en la destitución de Dilma Rousseff como en el encarcelamiento del ex presidente Luis Inacio Lula Da Silva, cuando era favorito para ganar las elecciones del año pasado.
Más allá de las consignas en defensa de la educación y contra la reforma previsional, las movilizaciones también incorporaron algunas reivindicaciones contra “la cultura del odio”, difundida por el gobierno derechista de Bolsonaro, pleno de declaraciones homofóbicas, racistas y xenófobas, del propio presidente y de sus funcionarios.
En algunas ciudades, como en Río de Janeiro, la Policía Militar reprimió duramente la manifestación con gases y balas de goma. Desde otras ciudades también llegaron reportes de incidentes con las fuerzas de seguridad.