Macri propone importar el modelo qatarí, sin gremios ni derechos laborales

Por Pedro Perucca

Mauricio Macri, que se encuentra en Qatar, elogió a la sociedad anfitriona del mundial, el desarrollo de distintos aspectos de la infraestructura y la educación que impulsa la monarquía qatarí y afirmó que esa evolución es posible, entre otros motivos, porque en ese país “no hay gremios” que se opongan a ese proceso de cambios progresivos. El ex presidente argentino obvió mencionar las numerosas denuncias internacionales contra Qatar por los miles de trabajadores muertos que dejó el proceso de preparación del mundial y la construcción de estadios sin las adecuadas normas de protección laboral.

En su rol de director ejecutivo de la Fundación FIFA, además de presenciar varios partidos del Mundial de fútbol, Macri se encuentra recorriendo Qatar. En ese contexto, en las últimas horas comparó a la Argentina con el país asiático, tomando a este último como modelo: “Qatar está en una evolución fenomenal. El eje de modernización que sigue el emir es muy potente, ellos no tienen complejos, traen a los mejores educadores, están haciendo una evolución, todo se mide, se evalúa, se capacita. Todo lo que queremos hacer en la Argentina y los gremios se oponen. Acá no hay gremios y los chicos reciben cada vez mejor educación”.

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En el mismo sentido, propuso seguir el modelo económico y laboral de Qatar: “Es decidir hacer lo que hicieron ellos y eso son millones de puestos de trabajo en el país. Hay que trabajar juntos dentro de la ley, siendo parte del mundo. Tenemos todo, tenemos que tener un compromiso a trabajar con seriedad”.

Después de manifestar otras posiciones polémicas acerca de la realidad nacional (sobre la potencialidad de Vaca Muerta sostuvo: “Si decidimos cumplir con la ley, poner límites a los mapuches truchos que incendian y usurpan, si no cobramos impuestos extorsivos, si tenemos un solo dólar, podemos sacar ese gas y abastecer a toda Europa”), centró sus críticas en el “populismo”: “Adoptamos una serie de ideas que se llaman populistas, en las cuales llegamos a creer que se puede vivir sin trabajar, que la ley no importa, y eso hace que se rompa la confianza social. Nadie invierte y si no hay inversión, no hay trabajo”.

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Los planteos del ex presidente argentino no sólo ignoran las sospechas sobre los mecanismos de corrupción de la FIFA que terminaron confirmando a un país como Qatar para ser sede mundialista, sino también las innumerables denuncias respecto del costo en vidas humanas que implicó esta decisión. Según lo denunciado por distintos organismos internacionales de derechos humanos, por lo menos 6.500 trabajadores habrían muerto durante las obras del mundial (aunque algunas estimaciones elevan la cifra a más de 13 mil).

El Mundial se atrasó por las altas temperaturas imperantes en Qatar, que hacían imposible el juego, pero las obras debieron seguir un cronograma que obligó a los trabajadores a sostener intensas jornadas de hasta 20 horas, durante siete días a la semana, con temperaturas de cerca de 50 grados, lo que provocó cientos de muertes (que la monarquía se resiste a contabilizar e informar públicamente). En buena parte, las decenas de miles de trabajadores que garantizaron la infraestructura para el evento deportivo fueron migrantes de países como Nepal, Bangladesh, Sri Lanka India, Kenia y Filipinas, quienes además debían pagar comisiones a los contratistas para conseguir estos empleos. Es decir, un esquema laboral de violencia y precarización casi absolutos.

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Pero la violación a los derechos laborales no se limita a la construcción. Según un informe de 2020 de Aminstía Internacional, se detectaron numerosos casos de entre las 170 mil trabajadoras domésticas del país que cumplen sus labores en condiciones de semiesclavitud, sufriendo abusos sistemáticos. El informe plantea que “de las 105 mujeres entrevistadas, a 87 sus patrones les confiscaron sus pasaportes, la mitad de ellas trabajaban más de 18 horas al día y la mayoría sin un solo día de descanso”.

Este tipo de abusos contra trabajadores y trabajadoras son la base del “exitoso” modelo qatarí que Macri propone importar a la Argentina. Una posición absolutamente coherente no sólo su constante prédica antisindical sino con prácticas políticas tan cuestionables como la de la mesa compuesta por empresarios, funcionarios políticos y judiciales y agentes de inteligencia, que armaron la llamada “Gestapro antisindical”, un armado para inventarle causas judiciales a distintos dirigentes gremiales que eran considerados como obstáculos por el gobierno de Cambiemos.