Sin poder salir de su asombro, los sindicalistas celebran y asimilan el aplastante resultado de las elecciones de ayer, pues el 47% de los votos con que se impuso la fórmula Fernández- Fernández , sobre el 32% de Macri deja fuera de la cancha –excepto un milagro- la posibilidad de un segundo mandato para Cambiemos.
Desde la CGT, de más afinidad con Alberto Fernández, y desde el Frente Sindical, la Corriente Federal y las CTA, “fanáticos de Cristina” todos confluyeron en esta alianza del Frente de Todos que limó asperezas y cedió protagonismos para alcanzar este resultado que todo el arco sindical celebra como “el triunfo de los trabajadores”.
Hay un claro alivio de todos los dirigentes gremiales, varios de ellos estigmatizados, perseguidos y elegidos como “enemigos” del oficialismo en esta elección. Lejos de la “demonización” que intentó imponer el gobierno sobre los sectores gremiales, la “penosa situación económica que atraviesa la Argentina” con cierres de fábricas, pérdida de miles de puestos de empleo, caída del salario e inflación se impuso con números arrasadores.
Hasta en la provincia de Buenos Aires, donde la gobernadora Vidal se mantenía como una de las figuras políticas con mejor imagen, el devastado conurbano, con niveles de pobreza crecientes, similares a los del 2001, ahondó la diferencia y Axel Kicillof se impuso con casi el 50% de los votos, marcando una diferencia de 20 puntos.
“Estábamos seguros que la Argentina necesitaba terminar con éste tiempo” afirmó Alberto Fernández, quien ya en carácter de futuro presidente, anticipó que trabajará para «fortalecer la educación pública, el trabajo, la producción nacional y la mejora de los jubilados».