Las trabajadoras domésticas son uno de los sectores más afectados por la cuarentena

El trabajo doméstico no fue incluido aún como actividad esencial en las sucesivas ampliaciones que fue determinando el Gobierno nacional, excepto en los casos en que se incluyen tareas de cuidado. Si bien las trabajadoras registradas (la mayoría del sector son mujeres) deberían seguir cobrando normalmente sus sueldos, lo cierto es que la altísima informalidad permanece y son miles las mujeres que se han quedado sin ingresos en el marco de la pandemia. Por eso el gobierno decidió incluirlas, registradas o no, en el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que se comenzó a pagar esta semana para los beneficiarios con CBU.

Un reciente informe de la oficina argentina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) consideró que nuestro país “es uno de los que reaccionaron más rápido en respuesta a los efectos económicos y en materia de empleo provocados por la crisis sanitaria del COVID-19”, sin dejar de reconocer que “la crisis provocada por la pandemia está teniendo un fuerte impacto en el mercado de trabajo de Argentina”. En ese marco, las trabajadoras domésticas constituyen uno de los sectores “particularmente afectados” por encontrarse en una “situación de especial vulnerabilidad en el actual contexto pues están más expuestas al impacto económico y social” de la epidemia.

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El informe elaborado por Elva López Mourelo confirma que en nuestro país el servicio doméstico “reviste un peso muy importante en la estructura laboral”, abarcando a “1,4 millones de trabajadoras, que representan el 5,6% del empleo, el 17,4% de las mujeres ocupadas y el 22% de las mujeres asalariadas”. Según la OIT, “las trabajadoras domésticas están en la primera línea de respuesta y su rol es fundamental a la hora de mantener el buen estado de salud de las familias y las comunidades” ya que en nuestro país “quienes realizan tareas de atención y cuidado de personas continúan trabajando, a pesar de las medidas de aislamiento social, porque el Gobierno declaró que se trata de una actividad esencial”.

La especialista de la OIT alerta respecto al peligro de que de las trabajadoras que llevan a cabo tareas domésticas generales, especialmente aquellas que trabajan por horas, “puedan ver incumplido su derecho a permanecer en su domicilio, con goce de sueldo, durante el período de cuarentena obligatoria. En cualquier caso, independientemente de la tarea que realicen, todas las trabajadoras domésticas enfrentan el riesgo de perder su empleo ante las dificultades de sus empleadores para pagar sus salarios”. En este sector, la alta incidencia de la informalidad impide que la mayoría de las trabajadoras cuenten con seguro o indemnizaciones por despido, ART, licencias por enfermedad u obra social, temas clave en el marco de la epidemia.

De acuerdo al informe de la OIT, “sólo el 9,4 por ciento de las trabajadoras domésticas no registradas tiene acceso a una obra social, y que si bien Argentina cuenta con un sistema de salud público universal, casi 950.000 trabajadoras no cuentan con la cobertura de salud que les permitiría tener acceso a un servicio de atención de mayor calidad si llegaran a enfermarse”.

Carlos Brasesco, apoderado de uno de los sindicatos que representa al sector, la Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares de Argentina (UPACP), ratificó que “las trabajadoras debe cobrar su remuneración habitual, aunque no se presenten”. “El decreto 297/2020 indica que todas las trabajadoras que estén dispensadas de prestar labores igual tienen derecho a cobrar su remuneración habitual (artículo 8) y que el/la empleador/a se la abone”, insistió.

Más allá del acceso a la IFE, el impacto de la recesión económica derivada de la pandemia será fuertísimo en el sector, lo que también abre la puerta a numerosos abusos de poder por parte de los empleadores, con diversos escándalos que se han conocido en redes sociales durante las últimas semanas, desde presiones a las trabajadoras para que sigan cumpliendo con las tareas en violación de la cuarentena hasta el intento de ingresar ilegalmente a una trabajadora de limpieza a un country escondiéndola en el baúl de un auto.