Lo habían anticipado y lo concretaron. Los transportistas de Brasil iniciaron esta semana su octava jornada de huelga, en reclamo del congelamiento del precio del diésel, mientras la administración del presidente Temer analiza medidas concretas para terminar con el conflicto en el marco de serias dificultades en la economía.
Una de ellas es que la cotización del diesel debe ser rebajada en 0,46 reales, que equivale a 12 centavos de dólar; y los reajustes serán cada 60 días. Actualmente, se incrementan diariamente por una determinación de la firma estatal Petrobras. En ese sentido desde Planalto se ofreció dejar para los autónomos una parte (alrededor de un 30%) del transporte de alimentos a nivel nacional.
A esta medida hay que agregar el paro de 3 días anunciado por la Federación Única de Petroleros (FUP), que comienza el miércoles 30 de este mes, para pedir la renuncia del presidente de Petrobras, Pedro Parente, y el retiro de las Fuerzas Armadas de las refinerías de la compañía estatal de petróleo.
La medida ya ha generado complicaciones económicas y de todo tipo. Las estaciones de servicio no tienen combustible, alimentos básicos como carne y pollo no hay y existen ciudades vacías, sin transporte publico. Las clases de colegios primarios y secundarios han sido suspendidas.
Por su parte, ante la gravedad de la situación, la FUP anunció en un comunicado que pedirá el cese de los aumentos en los combustibles. “La actual política de reajuste de precios los derivados del petróleo generó una crisis sin precedentes y forma parte del mayor vaciamiento de la historia hecha a Petrobras.