En 2015, con la llegada del gobierno de Macri el imaginario colectivo apostaba a que el sector empresario sería la “niña mimada del gobierno”, pero de momento, nada de eso parece haber pasado, según sus protagonistas.
La fuerte devaluación y la disparada de la inflación pusieron patas para arriba las previsiones de los industriales y del mismo gobierno. Si bien la ilusión de los “brotes verdes” aumentó la expectativas durante un tiempo, lejos quedamos de eso, y la vuelta al FMI nos hizo saber que estábamos “tocando fondo” en lugar de renacer.
En síntesis, otra es la realidad. Hoy, ocho de cada diez empresas, están peor que hace seis meses por consecuencia de la fuerte recesión que vive el país, cada día algo más intensa y con vistas a extenderse por lo menos hasta marzo del año próximo.
El dato se hizo público en el Coloquio de IDEA, el lugar que más se identifica con con los postulados del gobierno y donde conviven grandes, medianas y pequeñas empresas,pero que no dejó pasar la oportunidad para el reclamo sobre el rumbo que necesita el empresariado argentino para salir de esta encerrona.
La tasa de interés por encima del 70% es una variable que mes a mes agudiza la recesión y que “no es sostenible en el tiempo” con un ajuste que no se veía desde la salida de la convertibilidad en 2002.
Con plazos fijos que superan el 50%, no hay economía que resista en el mediano plazo, ya que el circulante no irá a la producción sino a la especulación financiera.
Por otro lado, la sumatoria de los índices de inflación de septiembre (6,5%) y octubre (similar al mes anterior) suman la inflación total anual proyectada por el gobierno al final del 2017 para todo el año en curso.
De ahí la falta de reglas claras que reclaman los empresarios a la hora de traer inversiones, mientras todos los días se agrava la crisis del desempleo, crecen los problemas en la cadena de pagos y se presenta en el Congreso un Presupuesto que parece no contemplar estas preocupaciones.