Este viernes se realizó un “librazo” en Plaza Congreso para denunciar la crisis del sector editorial, que desde la asunción del Gobierno de Mauricio Macri viene sufriendo un retroceso permanente tanto en términos de producción como de ventas. El evento organizado por el colectivo “Trabajadorxs de la palabra” tuvo una mesa de debate, lecturas, música y “suelta” de libros.
En un escenario caracterizado por un constante aumento de costos, que se disparó con la reciente devaluación, el desplome de las ventas de libros fue acompañado por un recorte de planes editoriales, cierre de librerías y pérdida de puestos laborales en distintos puntos de la cadena de producción del libro. Según la Encuesta Nacional de Consumos Culturales, el promedio anual de lectura pasó de 3 libros per cápita en 2013 a 1,5 en 2017.
El colectivo Trabajadores de la Palabra integra a escritores, editores, libreros, periodistas culturales y otros actores de distintas instancias del universo del libro. Los dos primeros “librazos” de este año se organizaron en solidaridad con los periodistas despedidos de la Agencia Télam. En la presentación del evento la escritora Virginia Feinmann explicó que hoy la industria del libro mueve 700 millones de dólares al año en nuestro país, de lo que dependen directamente miles de puestos de trabajo más otros miles de manera indirecta (imprenteros, vendedores, encuadernadores, distribuidores, etc.).
La actividad de este viernes, que tuvo como eje temático el concepto de la obra de Ray Bradbury, Fahrenheit 451 (ubicada en un futuro distópico donde se prohíbe la lectura y los bomberos se ocupan de incinerar los libros). Participaron de la lectura de fragmentos del texto de Bradbury escritores como Liliana Heker, Horacio Convertini, Jorge Consiglio, Mariano Quirós, Julián López, Débora Mundani, Ricardo Romero, Virginia Feinmann y Pía Bouzas, entre tantos otros. En la mesa de debate sobre la crítica situación del mundo editorial participaron el escritor y editor Damián Ríos, el escritor Marcelo Guerrieri y el librero de Caburé, Luciano Guiñazú.
La escritora Débora Mundani detalló: “Ninguna crisis nace por generación espontánea. Si hay crisis es porque están vigentes una serie de medidas económicas que, de una manera u otra, jaquean a la industria del libro y a todos los trabajadores que formamos parte de ella: dolarización del precio del papel, apertura indiscriminada de las importaciones de libros, inflación, recesión, aumento de tarifas, recorte en el subsidio a las Bibliotecas Populares, retención del 12% a las exportaciones de los libros”. Y concluyó: “En este momento, no hay una sola medida que proteja al sector y sus trabajadores porque, al igual que en otros sectores de la economía, se optó por el camino de la desregulación en pos de un mercado salvaje, para quienes el libro y la lectura, como espacio de construcción de identidades, ocupan un lugar insignificante. Y esto es un tipo de política pública”.
Por su parte, el escritor y editor Ricardo Romero advirtió sobre una crisis profunda que “viene precarizando todo en todos los sectores”. “El mundo del libro, como una parte central del mundo cultural, sufre esta crisis también, pero a esto se suma la ausencia total de políticas de protección y apoyo a la industria. Lo más grave es que esta ausencia de políticas no solo precariza al sector desde lo económico, sino también desde lo simbólico. Transformar el Ministerio de Cultura en Secretaría es un claro ejemplo de esta devaluación”, concluyó.