La frase que Juan Domingo Perón utilizó a finales de los 70, está sabiamente vigente. Los números mandan, y a cinco meses del año ya rebaten el 29% de inflación anual presupuestada, lo que hace necesario encontrar mecanismos rápidos y efectivos de control de precios que funcionen concretamente en las góndolas, más allá de los anuncios o del trabajo enérgico de Martín Guzmán para no pulverizar a los salarios, algo que el presidente Fernández dice insistentemente «querer recomponer».
Bajo la consigna «Tranquilizar la economía», el mismo Guzmán les habló a los empresarios más influyentes del país, convencido de que ellos tienen que ver en el rumbo que tomen los precios, por lo que los invitó “elegantemente” a ser parte de la estrategia contra los aumentos.
Fue durante su participación como orador del evento organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP), que activó la entidad empresaria que encabeza el flamante presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, quien se ha manifestado públicamente en contra de muchas medidas vinculadas a la política antiinflacionaria y que fue motivo de tensión con Kulfas, Ministro de Producción, quien le reprochó su arranque «confrontativo» en la organización de los industriales.
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Si bien, el 3,3% de inflación registrada en mayo muestra un descenso -que fue celebrado “en grande” en el equipo económico-, hay consciencia de que sigue siendo muy alta esa tasa, no sólo porque en su mayoría atañen a los productos básicos alimentarios, sino también porque dejan rezagados los acuerdos salariales alcanzados al inicio del año, donde muchos sindicatos cerraron paritarias entre el 29 y el 33%, algo que hoy parece haber quedado desactualizado.
Muestra de eso es el mismo aval que la vicepresidenta, Cristina Kirchner y Sergio Massa dieron al aumento del 40% del personal legislativo, posando en la foto del acuerdo. Y a partir de allí los aumentos rondan ese porcentaje. Es el caso de los trabajadores de ANSES con el 45,5% o de las empleadas domésticas que cerraron esta semana en un 42%. Y sigue la lista.
Por ese motivo, nuevos modos de control de precios se buscan, pues no han tenido éxito en la historia argentina y tienden a repetirse. Tal vez se deba a medidas poco originales y la utilización de viejas recetas, como el cierre de las exportaciones de carne, o los Precios Máximos que no tienen efecto duradero y significativo, dado que conducen a la baja oferta o incluso al desabastecimiento.
En el intento de frenar la inflación, recientemente Desarrollo Productivo lanzó “Súper Cerca”, una iniciativa para congelar por seis meses el precio de 70 productos, una canasta que originalmente aspiraba a ser de 120. Pero el acuerdo con las compañías incluyó la derogación de Precios Máximos, -el programa más cuestionado por las alimenticias- el Ejecutivo autorizará subas graduales de los artículos de la canasta básica que queden fuera del congelamiento, lo que no deja de ser una encerrona, de la que resulta difícil salir.
El plena campaña electoral, la confianza en la macroeconomía es fundamental para evitar la disparada de precios, algo que deberá suceder también con el precio del dólar, lo que puede dar lugar a que pasada la segunda ola de covid, la reactivación de la industria, la construcción y un mayor consumo interno puedan comenzar a ser realidad en la Argentina. Ese es el «as en la manga» que tiene Guzmán frente a esta espada de Damocles.
En ese contexto, se continuará negociando la deuda externa, otro punto clave del que no debe tampoco distraerse el favorito de Joseph Stiglitz, quien viene realizando todos los números en función de ello y para lo que tiene el aval político internacional bastante más sellado que puertas adentro.