En Brasil, por las calles de Belo Horizonte, São Paulo y en Rio de Janeiro, más de un millón de personas participaron de la movilización contra el ajuste anunciado por el gobierno Bolsonaro a la educación. A la marcha acudieron estudiantes, profesores y funcionarios de escuelas y universidades. También dieron su apoyo sindicatos.
La protesta multitudinaria se produjo a raíz de las medidas que informó el ministro de Educación, Abraham Weintraub, quien decidió un recorte del 30% en todos los niveles de la educación. En las universidades federales, la administración Bolsonaro congeló un 30% del presupuesto destinado al pago de deudas consideradas “no obligatorias”, como tarifas de energía, agua, internet, compra de insumos y equipos y servicios de limpieza y seguridad.
Desde la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) resaltaron que la jornada fue histórica, con una importante organización de toda la comunidad educativa: “Miles de estudiantes ocuparon las calles del país junto con profesores y trabajadores. Fue muy lindo, la movilización más grande desde que Bolsonaro fue electo”, afirmó el colectivo. También se refirió
A su vez, el Departamento de Biofísica de la Escuela Paulista de Medicina vinculada a la Universidad Federal de São Paulo (UNIESP) criticó al ministro de Educación, que había afirmado que las universidades públicas promueven “alboroto”: “Cualquiera con un bueno juicio que sepa algo sobre el funcionamiento de la universidad sabe que [la declaración] no es verdadera. Pienso que tal vez el objetivo de estas declaraciones sea influenciar a las personas que desconocen lo que pasa dentro de la universidad, cómo se estudia y se investiga en la universidad, para disminuir el apoyo y las universidades”, establecieron los profesores que se desempeñan en dicho establecimiento.
De forma previsible, Jair Bolsonaro criticó las protestas, calificando a los manifestantes de «idiotas»: “La mayor parte de los que se manifiestan son militantes, no saben ni la fórmula del agua, son unos idiotas útiles, unos imbéciles, masa de maniobra de una minoría que domina muchas universidades federales”, dejó en claro.
El jefe de Estado tendrá que soportar otra marcha, la del 14 de junio, en este caso en contra de la reforma previsional e impulsada por todos las centrales sindicales. Una movilización que promete reunir a miles de personas en desacuerdo con modificar el régimen de jubilaciones que el Gobierno considera un enorme gasto que hay que ajustar a como de lugar.