En horas difíciles para la Argentina, el sindicalismo se abroquela más que nunca. El principal motivo sigue siendo el rotundo rechazo a la política económica del gobierno de Macri. Pero es bastante más que eso, y varias son las muestras de que están dispuestos a «borrar diferencias en pos de no ceder conquistas».
La posible detención del líder Camionero Pablo Moyano fue otra de las razones para comportarse en «tandem» y hacer público y masivo el rechazo a lo que «consideraron una embestida del gobierno contra el sindicalismo y sus expresiones».
También la representación mayoritaria en Tucumán, en el acto del Día de la Lealtad, mostrando un sindicalismo esperanzado en alcanzar la tan ansiada unidad del Peronismo que los vio nacer, y lograr mayor participación, mayor injerencia para hallar un candidato y un programa de gobierno donde la agenda laboral social sea prioritaria.
En el mismo sentido, la multitudinaria marcha a Luján, que además del acompañamiento gremial, contó con un valioso apoyo político y eclesiástico, hace pensar que más allá de los distintos caminos elegidos, hoy «todos los caminos conducen a Roma».
Otra de las zonas comunes que los encuentran sin fisuras son las paritarias, en una «vigilia» permanente, en todos y cada uno de los distintos sectores, apuntando a no perder poder adquisitivo respecto de la inflación que todos los días estira la línea de llegada.
Las diferencias de formas comienzan a desdibujarse y queda la pelea de fondo, ahora y cada vez más, plasmada en asiduas acciones. La semana entrante, el vaso conductor será una gran convocatoria para rodear la plaza del Congreso. El miércoles 24 intentarán evitar que los diputados conviertan en Ley el proyecto de Presupuesto 2019 que impulsa el gobierno.
El quinto paro general anunciado, -aunque individualmente y todavía sin consenso institucional-, también anticipa una «homogeneidad» de criterios respecto a que intensificar la lucha no es dar un «paso en falso». Más o menos combativos todos parecen tener claro de donde viene hoy el fuego «enemigo».
Seguramente, de aquí a diciembre, surgirán más acciones coordinadas que darán muestra del «Estado de Alerta» en que se encuentra el sindicalismo argentino y de la continuidad del «plan de lucha» ante la crónica de una «crisis anunciada» que no ve la luz al final del túnel, y que espera impaciente la fecha de vencimiento del actual programa de gobierno en las próximas elecciones.