Aunque no lo reconocen al ser consultados, por su capacidad de ingresos, un tercio de los integrantes de la clase media, cayeron en la pobreza en los últimos cuatro años. Es que la clase media argentina ha ido perdiendo poder adquisitivo. Tanto es así que hoy el nivel de vida de este sector socioeconómico no se condice con los ingresos que entran al hogar. De ahí la realidad dura de asumir: uno de cada tres hogares que era de clase media es pobre.
Según informó la semana pasada el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), una familia tipo -conformada por dos adultos mayores y dos menores- necesitó en octubre de $30.925 para satisfacer las necesidades energéticas y proteicas mínimas, número que delinea el umbral de indigencia. La cifra asciende a un mínimo de $72.365 por familia para cubrir otros bienes y servicios no alimentarios, y así no ser considerados pobres.
Durante el cuarto trimestre de 2017, previo a la crisis del gobierno anterior, sólo el 14% de los hogares de clase media era pobre. Ese número más que se duplicó con la crisis de 2018, la de 2019 y la cuarentena de 2020 y, para el primer trimestre de 2021 (últimos datos disponibles), el 33% de los hogares de clase media fueron pobres”, detalla.
El estudio señala que de acuerdo con la metodología del INDEC “una persona es pobre si vive en un hogar que no cubre una canasta básica”. Así, en la Argentina la pobreza se calcula utilizando el método del ingreso.
Para calcular el porcentaje de personas pobres, el INDEC contrasta la línea de cada hogar con su respectivo nivel de ingresos y, si estos superan el referido umbral, el hogar no se considera pobre.
Si, por el contrario, los ingresos son inferiores a la línea de pobreza de ese hogar, todos sus integrantes sí lo serán. Pero el trabajo de Ecolatina alerta que “los actuales niveles de pobreza pueden no ser el techo” en la Argentina.
“Observamos que un alza de los precios de 10% aumentaría la pobreza en 6%”, alertó Ecolatina. Por el contrario, un incremento de los ingresos 10 puntos superior al de los precios, la reduciría en 6%.
“Los riesgos no son simétricos y, dada la cantidad de precios que mantienen hoy un valor artificial producto de imposiciones del Gobierno (productos de consumo masivo, bienes transables que siguen la evolución de un tipo de cambio apreciado, servicios privados cuyo precio está controlado por el Gobierno, servicios públicos congelados), es probable que el diferencial entre ingresos y precios sea negativo una vez que estos controles se levanten”, advirtió.
El trabajo de Ecolatina señala que “las miradas que hacen foco sobre la línea de pobreza y la que se concentra en los niveles socioeconómicos son complementarias”.
“La primera habla de las capacidades materiales de un hogar, la otra de sus pautas de consumo y su capital humano. En el uso de ambos enfoques al mismo tiempo es que encontramos análisis que nos pueden ayudar en el proceso de toma de decisiones”, considera.
Lo cierto es que la mayoría de nuevos pobres no se reconoce todavía como tal, se sigue considerando clase media, por sus condiciones socio culturales y sus hábitos y costumbres. Lo cierto es que, límites como tener que cambiar los hijos de colegio o dejar la salud privada para pasar a la pública son los indicios que hacen tomar consciencia de la realidad en el descenso piramidal de los estratos de clase.