Shock de aumentos por «efecto Rusia» y el riesgo de «no acordar” con el FMI

Este podría ser un combo explosivo para la economía local y el bolsillo de los argentinos, según pudo anticipar el mismo ministro de Hacienda, Martín Guzmán, quien le advirtió a los legisladores de la Cámara Baja que “no acordar causaría stress cambiario e impactaría negativamente sobre la inflación, el desempleo y la pobreza».

A éste pronóstico debemos sumarle los efectos de una guerra de consecuencias globales. Algunos comerciantes comparan los aumentos de precios de los últimos días con lo sucedido tras las sucesivas devaluaciones de 2018-2019. Otros, más experimentados, directamente dan cuenta de momentos inolvidables de la década del ‘80, cuando la alta inflación se hizo incontenible. Como sea, la memoria emotiva no hace más que recrear tiempos de hipersensibilidad y miedo.

En las últimas jornadas, las subas de precios de productos de la canasta básica son imparables. A la alta inflación que atraviesa la Argentina, en especial en los alimentos, con subas bien arriba del 50% interanual, ahora se le suma el shock internacional por el impacto de la invasión rusa a Ucrania, que impulsa al alza a los commodities.

De hecho, algunas empresas líderes enviaron a sus clientes, en las últimas horas, listas de precios con aumentos, por segunda vez en una semana.

Por este motivo, desde la Secretaría de Comercio Interior reaccionaron rápidamente con más medidas proteccionistas, como la creación de un fideicomiso para garantizar el trigo de consumo local; pero la falta de “resultados” que han venido mostrando las políticas de control de precios, lejos de frenar los incrementos, han puesto a su titular, Ricardo Feletti en la cuerda floja.

Puntualmente respecto a la inflación, desde Hacienda sostienen que para atacarla “es necesario no chocarse contra una crisis de balanza de pagos”, que implica una depreciación del tipo de cambio, lo cual se traslada a precios. Para eso, según el ministro, “debe evitarse tener una carga de deuda insostenible” y, a la vez, “desarrollar sectores con potencial de generación de divisas”, refiriéndose a resolver el “problema productivo”.