La desigualdad en la distribución de las tareas domésticas no se modificó substancialmente en los últimos años, más allá del crecimiento de la lucha feminista. Un estudio del Observatorio de la deuda social de la Universidad Católica Argentina (UCA) confirma la existencia de una clara brecha de género en los hogares argentinos, incluso entre las nuevas generaciones: en promedio, las mujeres que realizan trabajos no remunerados del hogar duplican a los hombres. En el conurbano bonaerense la diferencia es aún mayor.
Agustín Salvia, director del Observatorio, destacó: “El empleo en el mercado de trabajo tiene un reconocimiento social y económico. El no remunerado no tiene ningún reconocimiento”. El análisis de la UCA sobre la distribución del de tareas por género muestra que la participación del hombre en el mercado de trabajo es mayor (78,5% frente al 50,1%), pero que la cifra se invierte en lo que hace al trabajo hogareño, no remunerado (86,3% de las mujeres frente al 41% de los varones).
Otro dato significativo es que casi la totalidad de las argentinas que trabajan fuera de casa también lo hacen dentro de las mismas, mientras que en los hombres ese tipo de jornadas dobles son mucho menos habituales (73% está ocupado en el mercado de trabajo pero apenas 41% realiza tareas hogareñas).
“Las mujeres trabajan más que los hombres”, asegura Salvia al sumar ambas cargas laborales. La distribución desigual es importante aún entre los sectores más jóvenes de la población. Entre 18 y los 34 años la tasa de trabajo no remunerado entre los varones es del 36,6%, 2,3 veces menos que el 83,3% de las mujeres de esa edad. Esta desigualdad, además, crece en los hogares más pobres y se amplía con la edad. El 95,5% de las mayores de 18 años de familias con bajos ingresos realiza tareas sin remunerar, frente al 39,5% de los hombres del mismo sector. Tras superar la edad de jubilación (60 años para mujeres y 65 para hombres), sólo cuatro de cada 100 mujeres quedan exentas de todo tipo de trabajo, sea dentro o fuera del hogar, contra 34 hombres.
La distribución inequitativa de las tareas además tiene un fuerte impacto en la salud psicológica de las mujeres. Una de cada cuatro encuestadas (contra uno de cada seis vareones) presenta síntomas de depresión y ansiedad. “Hay muchas líneas explicativas en el mundo académico de por qué el ser mujer produce un mayor malestar o infelicidad y muchas veces queda subsumido en la condición de sexo, parece un estado biológico. Se pierde de vista que es una condición social y que las relaciones de género tienen mucho que ver con la desigual distribución de las tareas”, concluye Salvia.
Desde el Observatorio se planteó la necesidad de poner en marcha campañas públicas que apunten a un reparto equitativo de las tareas no remuneradas, además de crear más instituciones públicas dedicadas a tareas de cuidados e instalar una mirada de género más clara en los planes estatales de trabajo.