El presidente francés Emmanuel Macron adoptó la reforma jubilatoria por decreto, sin someterla al voto de la Asamblea Nacional y, en efecto, dicho acto causó grandes disturbios en las calles de Marsella a Nantes.
Los trabajadores portuarios, aeronáuticos, ferroviarios, recolectores de desechos y petroleros, en desacuerdo con la nueva ley, anunciaron que el jueves habrá una nueva jornada de protestas.
En la anterior huelga provocada por la población participaron un total de un millón de franceses, la cual acabó en un enfrentamiento policial, integrando gases lacrimógenos para dispersar a la multitud, con un estimado de 200 heridos.
Entre los manifestantes, un joven mencionó que «Hay una voluntad del gobierno de pasar a la fuerza; más allá de lo que pase en el Parlamento, la calle puede darlo vuelta y va a darlo vuelta».
La nueva medida rechazada por la mayor parte de la sociedad consiste en aumentar la edad jubilatoria de 62 a 64 años en 2030 a razón de tres meses por año desde el 1 de septiembre de 2023 hasta 2030, con el objetivo de evitar un déficit en la caja de pensiones.
El secretario general de la CGT, Philippe Martínez, expresó «está a favor de un proyecto de ley que pide un referéndum de iniciativa compartida», expuesto en el Consejo Constitucional. Para detener dicha propuesta se necesitará contar con las firmas de 4,87 millones de personas, recogidas en un plazo de nueve meses.