A más de un mes del inicio del movimiento de los “chalecos amarillos” contra una serie de medidas implementadas por el presidente Emmanuel Macron y luego de una serie de concesiones y promesas arrancadas al Gobierno francés, este sábado las calles francesas volvieron a ser ocupadas por la movilización, aunque con menor participación que en el punto más alto del movimiento.
De todos modos fueron miles de manifestantes los que coparon las calles de París, y decenas de miles a nivel nacional. Las movilizaciones de este quinto sábado de actos de repudio de los chalecos amarillos volvieron a concentrarse en las inmediaciones del arco de Triunfo y de los Campos Elíseos.
Pese a las concesiones del gobierno de Macron, que aceptó congelar el precio de los combustibles por un año y analizar otra serie de reclamos económicos y sociales planteados por los manifestantes, el rechazo y el pedido de renuncia volvieron a ocupar las calles, generándose enfrentamientos con la policía francesa en distintos puntos de la ciudad. Este sábado se confirmaron más de 130 detenidos (un número considerable, pero lejos de los casi 2000 de la semana anterior).
En París un inmenso despliegue de fuerzas de seguridad buscó evitar el acceso de los manifestantes al Palacio Elíseo, a la Asamblea Nacional o a algunos sitios históricos o museos. También se dispusieron registros de vehículos públicos y privados en los accesos a París ya que muchos activistas concurrían a las manifestaciones desde las afueras de la ciudad.
El viernes el presidente manifestó desde Bruselas: “Hoy, nuestro país necesita calma, necesita orden”. Y concluyó: “Aporté una respuesta a las peticiones de los chalecos amarillos. El diálogo no se hace ocupando el espacio público y con violencia”.