Los altos costos fijos, la apertura de importaciones, una tasa de interés del 60%, que hace cada vez más complejo financiarse, y una abrupta caída en las ventas constituyen un combo fatal para la mayoría de las pymes nacionales que, ante estas políticas del Gobierno, deciden cerrar sus puertas o acudir a «cuevas» para liquidar cheques y pagar sus gastos corrientes.
Al momento de reducir personal y abaratar costos de indemnizaciones, las firmas llegan a acuerdos, que incluyen maquinaria como parte de pago, y un convenio para ser proveedores de su ex empleador. Así lo expone el presidente de la Cámara Industrial de la Manufactura del Cuero y Afines (CIMA) y dueño de una pyme, Ariel Aguilar: “Allí nace una empresa precarizada, que además de evadir impuestos y ofrecer menores condiciones laborales, ayuda a achicar el mercado interno”.
El ejecutivo responsabiliza a la administración Macri por lo que sucede ya que “despedir y aplicar la precarización laboral fue producto de la política del Gobierno para bajar todos los costos”, pero alerta que genera un perjuicio para el Estado porque “te lleva a un esquema de no pago de impuestos”. “Se terceriza la producción. Se lleva a la informalidad, y se estructura el esquema ‘Salada’. Y como viene más recesión, las empresas que subsistan van a ser las que inexorablemente en la precarización productiva e informalidad absoluta”, indicó.
Luego, ofrece un relato de lo que sucede en los bancos, en los cuales «en el mejor de los casos, perdés la rentabilidad y parte del costo por el valor de las tasas vigentes. Hace poco cobré $36.000 en un cheque como una parte de un trabajo realizado en marzo y abril del año pasado y, como tenía que pagar sueldos, cambié a una tasa del 64%. Del total, me quedaron $29.000, así que perdí toda la rentabilidad”.
El presidente de la Asociación de Industriales de Buenos Aires (ADIBA), Silvio Zúrzolo, dijo ante esta panorama que que «la pyme que está mal no le queda otra que tomar esos créditos caros cuando no le queda otra. Sino la problemática es más grave porque tiene que ir a una cueva con tasas muy superiores a lo que es una usura. Y eso es entrar en un círculo, en el cual se hace muy difícil salir. De hecho, son muy pocas las que terminan saliendo, más en un mercado recesivo como el actual en donde se hace imposible levantar cabeza. Cuando llega al fin del espiral es cuando la empresa muere”.
Zúrzola da cuenta también de que las empresa no pueden hacer frente a una alta presión tributaria y dejan de abonar obligaciones: «Se deja de pagar los impuestos, pero llega la AFIP y ARBA (en Buenos Aires), que embargan las cuentas mientras empiezan a entrar cheques que se emitieron. Esas obligaciones no se pueden pagar por la inmovilización bancaria; y es ahí en donde se ingresa en un sistema imposible, y el 100% del tiempo el empresario está buscando cubrir costos y no en dedicarse a producir”.