La economía doméstica golpeada por la incertidumbre y la devaluación

Por María Laura Beherán

Un dólar presupuestado a 19 pesos lo dice todo: significa una devaluación del 30 % además de algo mucho más básico: un grave error de cálculo. Eso lo cambia todo a la hora de hacer los números aún cuando saquemos de juicio cuánto tendría que valer el dólar realmente para que tuviésemos una economía sustentable.

En este escenario de permanente traslado a precios, los costos de producción aumentan día a día y la posibilidad que se agiganta es apostar a las finanzas: ahí se puede ganar o perder, pero en la producción de bienes y servicios, hoy se pierde seguro.

La inflación, calculada en un 15% para este año (recalculada en realidad, porque en el presupuesto también figura 10-12%) también se duplicará, lo que significa que este año el poder adquisitivo va a quedar más que  golpeado, y aunque el sector sindical haga un buen trabajo para ajustar los cierres de paritarias que resultaron «a la baja», difícil será alcanzar estos porcentajes de inflación que están por las nubes.

Es cierto que la suba del dólar no perjudica a todos: el sector exportador se ve muy beneficiado de esta situación, pero es un sector muy chico y muy concentrado en la economía Argentina que no genera un derrame suficiente que se haga sentir en el consumo interno, por ejemplo, ni tampoco alcanza a torcer en forma positiva la balanza comercial.

Por el contrario, el escenario es malo para las importaciones, pero algo que sería beneficioso para la industria local, no alcanza para celebrar, pues la suba del dólar encarece también los costos de producción interna por tener los servicios, el combustible y los insumos atados a la moneda estadounidense.

La incertidumbre de estos días, y el cambio de caras en el Banco Central tendrán su impacto. Será en el corto plazo que sepamos los efectos  suficientes o insuficientes de la salida de Sturzenegger y la llegada de Caputo para controlar la volatilidad del mercado.