El impuesto a las exportaciones no cayó “nada bien” y se lo hizo saber la Unión Industrial Argentina ayer al presidente Macri en el encuentro en Parque Norte. Un impuesto al que el mismo Macri definió como “malísimo” en su discurso, fue considerado como un “desincentivo” para el sector.
El empresariado no puede creer “que convencido de tener el mejor equipo económico de los últimos 50 años, al presidente lo único que se le haya ocurrido para recaudar fondos es volver a imputar un impuesto a las exportaciones que el mismo sacó”.
El pulso de los industriales ayer estuvo signado por la resignación de una nueva medida fiscal que significa que “cambiamos para que nada cambie” lo que genera además de dudas económicas, dudas políticas respecto del futuro de Macri.
Ayer, en Parque Norte, no todos los sectores estaban en la misma condición pero nadie estaba eufórico, ni siquiera contento aunque el dólar se vuelve más competitivo. Menos aquellos que tienen que lidiar con “altísimas” tasas de interés que se determinaron para frenar la caída del dólar y que ponen en riesgo las cadenas de pago.
Y además existe, un malestar generalizado: la depresión del mercado interno y su impacto en el consumo. Consumo que seguirá disminuyendo en los próximos meses, dada la descontrolada inflación que el mismo gobierno prevé en un 42%, lo que pega de lleno en la caída del poder adquisitivo.
“Tampoco dio certezas con los cambios de gabinete” sostuvieron los industriales, y reprocharon: “no hay ninguna incorporación que genere impulso político al sector”. El mismo grupo que sentado en una de las mesas principales transmitió a la prensa que vieron a un Macri “dando un mensaje en el que ni él mismo cree”.
Al cierre, el presidente de la UIA, Miguel Acevedo resumió el malestar por el rumbo económico y las nuevas medidas: “éste esquema transversal de retenciones desincentiva totalmente la agregación de valor y la generación de empleo.
Ahora queda esperar las noticias del acuerdo que se pueda alcanzar con el FMI y transitar el duro camino de buscar el “déficit cero” en un momento de debilidad política y de “emergencia” económica decretada por el mismo presidente.
