Las políticas económicas del Gobierno de Javier Milei para enfriar la economía argentina, con el objetivo de combatir la inflación, vienen teniendo un grave impacto tanto en la esfera de la producción (con desplomes productivos en la mayoría de los rubros manufactureros), el comercio (con un importante descenso de las ventas en los últimos meses) y el empleo (con decenas de miles de puestos de trabajo perdidos tanto en la administración pública nacional como en el sector privado). Además, se confirma una severa pérdida del poder adquisitivo de los salarios, que ya acumula una caída del 19,16% desde diciembre, acercándose al mínimo histórico registrado (en épocas de la convertibilidad).
Según los datos basados en el índice de Remuneración Imponible de Trabajadores Estables (RIPTE), que resume la remuneración promedio sujeta a aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), los salarios aumentaron un 11,5% en el segundo mes del año contra una inflación que alcanzó el 13,2% de acuerdo a lo reflejado por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC. Así, los salarios registraron una caída de 1,5% en términos reales y una interanual del 26% en febrero (alcanzándose en el segundo mes del año la peor caída cuatrimestral en la historia del índice). Hoy el salario real se encuentra en niveles que no se veían desde los años 2004/2005.
CAME constató una nueva caída de la producción PyME de 9,9% en el mes de febrero
En relación con el empleo, más allá de los más de 10 mil despidos ya registrados en diferentes áreas del Estado en las últimas semanas, la recesión también golpea al empleo privado (y particularmente el segmento industrial), con paradas productivas, suspensiones de personal y despidos. En la construcción se denunció recientemente la pérdida de cerca de 150 mil puestos de trabajo por la paralización de la obra pública y, de acuerdo con una encuesta de la Unión Industrial Argentina (UIA), en enero el 20,9% de las fábricas del país había cesanteado trabajadores, contra sólo un 6,6% que sumó personal. Según un informe del CEPA, el empleo registrado en el sector privado restó 9.395 puestos de trabajo sólo en enero, por la baja de la actividad económica.
Este fuerte enfriamiento económico implica no sólo la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo sino que también la caída de los salarios reales impacta directamente en el consumo (el principal componente de la demanda agregada), en una dinámica recesiva que se ve profundizada por el ajuste del gasto público y las tasas de inversión a la baja.
Según los datos de marzo del Índice de Producción Industrial Pyme (IPIP), que mensualmente construye la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) en base a una encuesta sobre más de 400 firmas, la industria manufacturera PyME se retrajo 9,9% en el mes de febrero en relación con el mismo mes del año anterior, a precios constantes. Esta caída, además, es la tercera consecutiva, aunque se ralentizó respecto del desplome de 27% y 30% registrado en los meses de diciembre y enero, respectivamente.
En el mismo sentido, el Índice de Ventas Minoristas Pymes que elabora periódicamente CAME en base a datos de 1.350 comercios minoristas de distintos puntos del país, confirma que en el primer bimestre del año acumula un retroceso de 27% en relación con el mismo período de 2023. Los comerciantes encuestados afirmaron que febrero fue “un mes para el olvido”, en el que a nivel hogareño además hubo “desahorro” (gastos mayores a los ingresos).
Un ejemplo concreto de los últimos días, según un informe realizado por centros de panaderos de todo el país, pasa por una caída del consumo de pan a nivel nacional que alcanza el 45% desde inicios de año. El sector sufrió la eliminación del Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA), uno de los fondos fiduciarios que el gobierno de Milei eliminó, que servía para amortiguar el precio local de la harina respecto del valor del dólar (el fondo había sido lanzado en marzo de 2022 para fijar un valor de referencia en el mercado interno), lo que generó una suba de precios que en combinación con el enflaquecimiento de los bolsillos de los asalariados generó este desplome histórico del consumo de uno de los productos tradicionales de la mesa de los argentinos.
La crisis económica también generó fuertes cambios en las prácticas de consumo de las familias, con la suspensión de las compras de ciertos productos «de lujo» (que hicieron que por ejemplo las gaseosas de primera marca se venzan en las góndolas por primera vez en la historia), el reemplazo de primeras marcas por segundas o terceras o directamente el paso a sucedáneos (como la compra de margarina en vez de manteca) y muchos ejemplos más que dan cuenta del fuerte impacto negativo que la pérdida de poder adquisitivo de los salarios genera en la industria, el comercio y la vida cotidiana de los asalariados.