Según el informe “Perspectivas Económicas Globales”, presentado por el Fondo Monetario Internacional en el inicio del Foro Económico Mundial de Davos, la economía argentina caerá otro 1,7% durante 2019 y recién volvería a la senda del crecimiento el próximo año.
Christine Lagarde, la directora gerente del organismo, fue la encargada de presentar el informe que anticipa que la economía argentina “se contraerá como estaba previsto en 2019 a medida que las políticas de ajuste destinadas a reducir los desequilibrios frenen la demanda interna, antes de regresar a crecimiento positivo en 2020″.
Para el FMI, el Producto Bruto Interno del país se reduciría en otro 1,7% durante este año y en 2020 volvería a crecer un 2,7%, con lo que ni siquiera recuperaría los niveles de 2017. El pronóstico del organismo internacional de crédito es más favorable para Brasil, cuya economía se recuperaría luego de la recesión de 2015 y 2016, para crecer este año un 2,5% y 2,2% en 2019.
El FMI también recortó las proyecciones de crecimiento para toda América latina en dos décimas respecto de lo pronosticado en octubre pasado, dejando la cifra global en 2,5%, acusando el impacto de la difícil situación mexicana (crecería 2,1% este año y 2,2 el próximo), del empeoramiento de la crisis venezolana y el no repunte de la economía argentina.
En términos mundiales, el organismo internacional proyecta un crecimiento de 3,5%, lo que implica un retroceso de dos décimas respecto del pronóstico anterior, advirtiendo que “la expansión global se ha debilitado”. En 2020 las perspectivas mundiales repuntarían 3,6% gracias a las mejores perspectivas para los mercados emergentes, aunque advierte que “una gama de factores desencadenantes más allá de la escalada de las tensiones comerciales podría provocar un mayor deterioro en el sentimiento de riesgo con implicaciones adversas para el crecimiento, especialmente dados los altos niveles de deuda pública y privada”.
En este sentido, concluye el informe destacando que “la principal prioridad política compartida es que los países resuelvan de manera cooperativa y rápida sus desacuerdos comerciales y la incertidumbre política resultante, en lugar de elevar aún más las barreras dañinas y desestabilizar una economía global que ya se está desacelerando”.