Empresarios reclaman al gobierno que baje la inflación e impulse una reforma laboral moderna

El 54 coloquio de IDEA que se llevó a cabo en Mar del Plata fue como cada año la caja de resonancia donde los empresarios plantean sus inquietudes respecto a la dinámica del año en curso y en vistas a los programas en el corto plazo.

En esta edición, los industriales hicieron incapié en dos puntos fundamentales: en primer lugar le “pasaron factura” al gobierno por los altísimos índices de una inflación que se “desbocó” y pidieron eliminarla para poder producir. En segundo lugar, plantearon la necesidad de llevar a cabo una “reforma laboral moderna” que adecúe las “normas” a las necesidades del momento y a la incorporación de la tecnología.

Este último punto, la Ley de Contratos de Trabajo, siempre más controvertido, pues cuando los empresarios hablan de reformas laborales suelen ver al trabajo como una “variable del gasto” y no como una “inversión”, cuestión que choca de frente con aquellos sectores de representación de la clase obrera empeñada en no ceder conquistas laborales cosechadas luego de largas luchas.

En ese sentido, el mismo ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, recogió el guante y señaló que “no se puede seguir haciendo el juego del avestruz y que hay que dar el debate” pero acto seguido reconoció que “queremos avanzar en discutir nuevos formatos laborales que no le quiten derechos al trabajador y que les den trabajo a quienes no lo tienen”.

Este equilibrio, resulta por demás difícil, porque siempre son bien distintas las interpretaciones respecto de cómo generar competitividad o “bajar costos” que casi es lo mismo. Especialmente en un momento de la Economía, totalmente inestable, que atraviesa una fuerte recesión, con caída libre en el consumo y con suspensiones y despidos.

La comparación con la reciente reforma laboral brasileña, tentadora para el empresariado local, genera gran preocupación, pues el modelo está basado en la ya conocida “flexibilización laboral” y lejos de dar un paso adelante sería un retroceso que, en tiempos de crisis, lejos de fortalecer al eslabón más frágil de la cadena, comenzará por el “ajuste” de la masa salarial de los trabajadores.