por María Laura Beherán
Macri ha dado sobrados motivos al peronismo para que se una, pero al momento, todavía no hay indicios de verdadera unidad, propia, espontánea (más allá de las tarifas). Siguen haciendo esfuerzos y todavía no alcanza para poder poner en valor electoral por ejemplo el sinsabor más grande de los últimos tiempos: la vuelta al Fondo Monetario.
La caída de Macri en la aprobación de sus votantes a 35% hace pensar que también empieza a mantener sólo su núcleo duro,( aquellos que se identifican con la marca Cambiemos o que no quieren arriesgar una posible vuelta de CFK). Para ello, con Durán Barba, tendrán que poner «las barbas en remojo» e intentar reconquistar ese amplio abanico que se fue pulverizando desde la reforma previsional hasta acá.
Cercano al 35%, es o fue también el núcleo duro de Cristina, que parece estar «políticamente muerta», hasta que Macri hace de las suyas. Ahí se la deja «picando» y sus militantes enamorados del «modelo» empiezan a parafrasear: vamos a volver vamos a volver.
El resto del peronismo, más allá de haber acordado en el Congreso para vetar el tarifazo no logra una verdadera unión. El Frente Renovador no dejó de diferenciarse siempre que pudo con el kirchnerismo y en parte, también lo responsabilizó por la crisis energética que nos llevó hasta acá.
Para el PJ moderado, el kirchnerismo está esperando que al gobierno le vaya mal, y ellos dicen no identificarse con el «cuanto peor mejor», ni están dispuestos a volver atrás, bregan por un peronismo más moderado y moderno. O sea, el límite parece claro: es Cristina.
Rossi, uno de los voceros del FPV, por ejemplo, fiel y claro opositor permanente al Macrismo insiste en que es mejor opositor el que es «consecuente» y no perdona al peronismo moderado las concesiones que ha hecho al gobierno por ejemplo que le haya votado a favor el pago a «Los Fondos Buitre».
Conclusión: de unidad todavía nada. Y de cara al 2019 el debate es el mismo de siempre: ser una verdadera oposición de choque o ir por la avenida del medio. Por esa que a Sergio Massa le fue pésimo la elección anterior.
De todos modos el tigrense insiste por ese camino e intenta ensancharlo sacando a la calle su equipo económico que lo muestra consolidado para ser una alternativa en medio de esta crisis y tener posibilidades de ser candidato a gobernador por Buenos Aires de la mano de Urtubey en la nación.
Graciela Camaño, casada casual o causalmente con el interventor del PJ, Luis Barrionuevo, están haciendo su trabajo, llamando a todos los descarriados que andan sueltos, incluidos radicales descontentos con el gobierno y a un hombre con un pie afuera del gobierno que lo codician todos: Emilio Monzó.
La clave acá la puede tener quien sepa encauzar mejor los reclamos de la CGT, que también lucha por su propia unión, y que cada vez va endureciendo más su postura por el reclamo de las bases, abatidas por la crisis del empleo y la inflación.
Esta quizás sea la clave: el apoyo de los trabajadores, de los pequeños comerciantes, de las PyMEs que seguramente en lo ideológico están más cerca del peronismo tradicional, pero de un PJ que deberá revitalizarse y mostrar señales de verdadera solidez para estar a la altura de las circunstancias.