En plena carrera electoral, vuelve a ponerse sobre la mesa el tratamiento de la Reforma Laboral, o por lo menos, algunos de sus puntos centrales como el blanqueo. Para ello, el Gobierno y la CGT retomaron las negociaciones por el proyecto que el poder Ejecutivo ha presentado en el Congreso.
El proyecto a tratar es el del senador oficialista, Roberto Basualdo, pero más allá de la disposición al tratamiento, el sólo concepto de Reforma Laboral en el sindicalismo “hace ruido”, no porque desde los distintos sectores del movimiento obrero concuerden en que es necesario regularizar el trabajo informal, sino que el temor está en que los cambios apunten -como casi siempre- a beneficiar a la “patronal” y sólo contribuyan a una mayor flexibilidad laboral.
Así, desconfiada, la CGT, ya plantó a los senadores en anteriores oportunidades para evitar el tratamiento en Comisión, de una reforma, que de acuerdo a algunos artículos pueda ser perjudicial para los trabajadores o por lo menos engañosa.
Los mismos abogados laboralistas habían frenado las negociaciones debido a la advertencia de cambios incorporados a último momento por el Gobierno, una vez alcanzado un virtual acuerdo sobre el texto final de la iniciativa.
Los negociadores deben retomarse, y según trascendió, la CGT analiza en detalle la letra chica del proyecto. El condicionamiento anterior del PJ en el Senado también demoró el tema pero en este momento el escenario de diálogo entre oficialismo y oposición para alcanzar un «acuerdo marco» puede allanar el camino.