La economía china ha sufrido una desaceleración en los últimos meses, lo que viene generando serias preocupaciones para el gobierno de Xi Jinping. El impacto de la guerra comercial con Estados Unidos comienza a sentirse en el gigante asiático, que se ha visto forzado a hacer concesiones al gobierno de Donald Trump.
Datos oficiales chinos reconocieron una desaceleración del PBI, además de los peores datos de los últimos años en lo que hace a ventas minoristas y de producción industrial chinas. Las compras chinas en comercios crecieron 8,1% (el ritmo más débil desde 2003), mientras que la producción industrial aumentó un 5,4% (su menor alza en tres años). Las ventas de autos cayeron un notable 10% en términos interanuales, según cifras oficiales, mientras que la principal asociación de la industria automotriz, lleva el número hasta un 14%. En el tercer trimestre el PBI chino creció un 6,5% (0,2% menos que en el trimestre anterior), en lo que constituye su crecimiento más bajo en 9 años.
Algunas de las industrias que son motor de la economía, como la automotriz, vienen implementando planes de reducción de jornada o de suspensiones. Más allá de la dificultad de acceder a estadísticas confiables sobre China, hay un reconocimiento oficial de una desaceleración del crecimiento a tasas chinas que constituye la mayor recesión económica desde la crisis de 2008.
Lo cierto es que la inversión extranjera se derrumbó y las ventas de automotores fuertemente. De todos modos, las automotrices que están recortando horas todavía tienen margen ya que venían trabajando al límite de su capacidad en los últimos años. Jochem Heizmann, director de Volkswagen China, que emplea a más de 10 mil trabajadores reconoce que “lo más fácil es recortar las horas extras”.
Las perspectivas de contratación de empleo para el año próximo son inciertas y muchos trabajadores buscan sostenerse en sus empleos a pesar de los recortes de horas y las suspensiones. Las zonas costeras del país, que dependen de las exportaciones a Estados Unidos, son las que miran al futuro con mayor preocupación ya que muchas de las cadenas de suministros están sobreabastecidas y los resultados de la guerra comercial con EEUU aún son inciertos.
Cyril Liu, un ingeniero de 23 años que se enfrenta a la amenaza de desocupación, resumió: “Sigo en pánico. Temo un invierno crudo para los negocios el año que viene. Muchos amigos que trabajan en pymes están preocupados por su continuidad laboral en 2019”.