Según un reciente estudio del Banco Central de la República Argentina (BCRA), el endeudamiento familiar ha venido creciendo en el último período, llegando al equivalente a 3,2 meses de salarios netos, la cifra más alta en 14 años. En simultáneo vino creciendo el atraso en los pagos a los bancos, debido a los altísimos costos financieros, logrando que la morosidad alcanzara su cifra más alta desde 2009.
Del total de salarios adeudados, que llegan a un cuarto de los ingresos anuales de una familia, las tres cuartas partes se originaron por compras con tarjetas de crédito o toma de créditos personales, mientras que un el resto proviene de créditos hipotecarios o prendarios. En 2015, el promedio de deuda con los bancos era de 2,4 salarios y en 2005 de apenas 1,8, según el informe de Estabilidad Financiera del BCRA.
El estudio también confirma que el mayor nivel de endeudamiento aparece en el 10% de las familias que menos ganan, que debieron recurrir a las compras financiadas con tarjetas o a los créditos para sobrellevar la cotidiana pérdida de poder adquisitivo de los salarios, con una deuda que llega a representar el 46,7% de los ingresos anuales (en 2016 representaba el 33,9%).
Según el Central, este nivel de endeudamiento familiar es bajo en relación con otros países de la región, pero se reconoce que es preocupante el aumento en la morosidad para cumplir con los pagos de los créditos, una consecuencia lógica en una economía atravesada por la recesión, el desempleo y el aumento de la pobreza.
La morosidad lleva tres años y medio en crecimiento constante, llegando en la actualidad al nivel más alto desde 2009, con un gran peso derivado de las deudas en los pagos de tarjetas de crédito o de los préstamos personales. En 2015 sólo un 2,1% de ese tipo de préstamos para consumo se encontraba en situación «irregular» (con atrasos graves de más de 90 días), pero ya a mediados de 2018 la tasa superaba ya el 4% y este año ya alcanzó un 5,5%.
También la morosidad registra niveles más altos que el promedio en los sectores de menores ingresos, ya que para el 20% de la población que menos gana registraba moras graves en aproximadamente el 12% de los préstamos personales, el 7% de las compras con tarjetas bancarias y el 20% en las no bancarias. Estas cifras corresponden al mes de diciembre de 2018 y todo indica que el escenario actual es mucho más grave.
Ante este escenario muchos bancos comenzaron a endurecer las condiciones para entregar créditos o nuevas tarjetas, así como también implementaron estrategias de negociación con los clientes en riesgo de caer en el área de mora grave para proponerles opciones de refinanciación de deuda (pero con esquemas que en el caso de los plásticos no bancarios pueden llegar a cobrar intereses de hasta un 300% anual).