Los coletazos del encuentro entre el sector alimenticio y los funcionarios de Fernández continúan apareciendo. En medio de un constante incremento de precios de los productos de la canasta alimentaria en los últimos meses, la segunda reunión del Gobierno con la cadena alimentaria concluyó con un pedido oficial a esas empresas para que den más información que justifique esos aumentos.
La solicitud, que tuvo carácter de exigencia, no conformó a los industriales que fabrican alimentos, ya que si bien el Gobierno terminó defendió que sus costos subieron más que los precios en las góndolas en 2020, y advierten que no habrá mucho lugar para recomponer precios, luego de largos meses de Precios Máximos.
Paula Español, la titular de la Secretaría de Comercio Interior, fue quien, cara a cara con unos 60 empresarios -productores de insumos y de bienes finales- vinculados a la cadena alimentaria, les reclamó la suba de precios entre 40% y 50% el año pasado, bastante por encima de la inflación y de la variación del dólar comercial.
El pedido fue claro también: es necesario converger a un punto de acuerdo para que las empresas de consumo masivo recuperen algo de rentabilidad perdida el año pasado. En esa ecuación falta saber realmente si se cumplirá la meta de inflación de Guzmán y habrá que ver la magnitud y como impactará la suba de servicios públicos a la industria y el comercio.
Pese a las autorizaciones de aumentos en Precios Máximos el año pasado, de 4,5% y 3% promedio, la suba de valores en góndola, según el Indec, fue de 23%. La inflación fue de 4% en enero, aunque los alimentos subieron más: 4,8%. En doce meses acumularon un alza de 42,3%. Para la consultora de C&T Asesores Económicos, la suba de precios en febrero fue de 3,5%, pero los alimentos habrían subido 5,4%.
Esos números generan alarmas y no dejan conformes ni a unos ni a otros. El Gobierno habla de “especulación” y la industria alimenticia lo vincula a la baja oferta por la pandemia, la mayor demanda de China y su efecto en los precios internacionales, y la brecha que se generó en septiembre pasado entre el dólar comercial y la cotización blue.
El año electoral aumenta las tensiones que se entremezclan con la urgencia de concretar un digno plan de vacunación que prevenga la segunda ola del invierno y el freno de los precios que no aflojan en una escalada en ascenso que tiene muy preocupado al Gobierno, que más allá de poner severidad en los controles, no experimenta métodos nuevos, sino que vuelve a utilizar aquellos que históricamente no han tenido los mejores resultados.