“Chicos, ¿ustedes tienen hambre?”. “Hagan fila…”

La pregunta y la orden que dio la Ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello y la invitación a “armar una fila de a uno que los voy a atender”, recibió una reacción social en cadena, contra una actitud que se entendió como “arrogante, insensible y discriminatoria”.

Así la define un documento que dio a conocer la Confederación General del Trabajo (CGT), con el agregado que al día siguiente cuando miles de trabajadoras y trabajadores sociales, integrantes de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) -la gran mayoría integrantes de comedores sociales-, que trabajan para enfrentar el hambre de millones de argentinos: no fueran finalmente recibidos por la funcionaria.

Muchos sectores religiosos y fuerzas vivas de la sociedad se sumaron a condenar la actitud de Pettovello, por el maltrato que recibieron representantes de ollas populares a quienes no se les envía la provisión de alimentos, ni siquiera la financiada por organizaciones internacionales, con el peligro que implica generar un desabastecimiento para miles de familias que cuentan con estos espacios para al menos tener acceso a una comida diaria.

“Esta ‘fila del hambre’, muestra el rostro más cruel de nuestros desafíos como dirigentes y también como habitantes naturales de una nación” afirma el documento de la CGT. “El último eslabón de la dignidad humana se agota cuando no se puede cumplir la más básica necesidad que es la de alimentarse”, sentencia la central sindical”. “Especialmente” –especifica- “en lo que se refiere a niños, niñas, adolescentes y adultos mayores”.

Movimientos Sociales marchan a supermercados para reclamar comida y exigen al Congreso y al Gobierno “nueva ley de emergencia alimentaria”

La postura acompañada por la Conferencia Episcopal Argentina cuando afirma que “el pedido del pan de cada día es un clamor de justicia”, no sólo denuncia la situación actual que se reconoce como “”estructural”, sino también como una advertencia ante este tipo de actitudes al afirmar que “no es con la soberbia de cerrar las puertas a quienes reclaman, ni con la indiferencia de hacer oídos sordos a los que necesitan, como podremos encaminarnos en un marco de cordura y diálogo hacia las soluciones”, concluye el comunicado de la CGT.