De rápida reacción fue el Movimiento Evita, quien frente a la crisis desatada el miércoles por la tarde ante la renuncia de gran parte del Gabinete, convocó a una manifestación en la Plaza de Mayo para sostener a Fernández. Hacia el final de la tarde el apoyo a Alberto sumó a la CGT, en la cual algunas organizaciones se pronunciaron con más énfasis. En primer lugar, la UOCRA de Gerardo Martínez, también Sanidad, de Héctor Daer, los estatales de Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri, de Luz Y Fuerza. Es el núcleo fuerte de la actual conducción de la central que también pelea por sobrevivir a su pulseada electoral el 11 de noviembre.
Ya desde la política el PJ había reaccionado a través de un documento en apoyo del presidente en nombre de la unidad. Más tarde se sumaron nuevos apoyos de gobernadores como: Ricardo Quintela (La Rioja), Sergio Uñac (San Juan), Omar Gutiérrez (Neuquén), Gustavo Melella (Tierra del Fuego), Juan Manzur (Tucumán) y Alberto Rodríguez Saa (San Luis).
Esto sucedía luego, de que al parecer, el presidente hiciera caso omiso a los cambios de Gabinete que propone la vicepresidenta, y como reacción, todos los ministros y funcionarios que le responden a ella, presentaran en forma colectiva, su dimisión. También todos los ministros de Kicillof pusieron su renuncia a disposición. Lo que generó horas de desconcierto y crisis que todavía no han tenido un final.
Se especulaba que Sergio Massa podría ser el salvoconducto de ésta situación, convocado para jefe de Gabinete o hasta ministro plenipotenciario, pero luego se hablaba de un Martín Insaurralde convocado para ese rol. Todavía es una incógnita.
Quien encabece ésta nueva etapa deberá reconducir a tres grupos que deberán convivir en el poder. Los funcionarios de Fernández, un puñado de gobernadores que se expresó en su favor, la CGT y gran parte de los movimientos sociales. Por otro lado, los funcionarios de Cristina Kirchner y La Cámpora. Y por último, los del tigrense. Y en el medio algunos matices, como Jorge Ferraresi y, sobre todo, Jorge Taiana, que pese a su alineamiento con la ex presidenta no hablaron de renuncia y se mostraron -excepcionalmente- casi «neutrales» a los espacios y más bien a favor de una salida en calma.
Si Alberto Fernández permanece firme en su posición, una posibilidad es cerrar una negociación o acuerdo entre las partes de la coalición, y comenzar a trabajar en vistas de las Generales a menos de 60 días. De no acordar y radicalizarse el kirchnerismo, significaría, tal vez, romper los bloques del Congreso y dejar al Gobierno con una base parlamentaria mínima, y una debilidad que, en un contexto económico «al rojo» puede tener derivaciones sociales y políticas impredecibles.
Es la gran pregunta del millón, saber cómo será la continuidad y la convivencia de los próximos días y de los siguientes dos años de gobierno. Por ahora es una gran incógnita por develar, llena de interrogantes y con escasas respuestas.