Esta fue una de las frases que anticipó uno de los integrantes de la CGT: “No vamos a ir a ninguna mesa a discutir un ajuste”. Y no se cortó solo. Ese mensaje fue la línea de argumentación que referentes de diversos espacios de la CGT transmitieron en las últimas horas a varios funcionarios del Ejecutivo que los sondearon sobre la posibilidad de mantener un encuentro con el presidente Mauricio Macri en los próximos días.
Desde la Central Obrera consideraron que era el momento de poner alguna condición: la marcha atrás con el proyecto de reforma laboral enviado por la Casa Rosada al Senado para rebajar las indemnizaciones por despidos e introducir otras modificaciones sobre la legislación laboral.
Ese podría ser el punto de inflexión para que desde la CGT aceptarán la discusión mano a mano con el presidente Macri. Saben que una vez sentados a la mesa tienen menos elementos para la pelea y el mandato de las bases es que “hay que recrudecer el reclamo” porque no la están pasando para nada bien.
Todos son conscientes de lo mismo pero puertas adentro de la entidad las posiciones están divididas entre aquellos sectores de perfil más combativo que, alineados con el moyanismo, presionan por la convocatoria a un paro general contra la política económica del Gobierno, y los grupos más moderados que aspiran a mantener un canal de diálogo con la administración macrista, pero que eso no signifique sentarse a negociar el ajuste.