Estados Unidos, un país no acostumbrado a la inflación, está sufriendo fuertes aumentos de precios en el escenario de salida de la pandemia de coronavirus. En ese marco, las asociaciones o sindicatos de inquilinos vienen multiplicándose en el país del norte, especialmente en las ciudades en las que la cotización del metro cuadrado es elevada y donde existen grandes cantidades de arrendatarios. Ya existían en ciudades como San Francisco o Nueva York, pero ahora aparecieron organizaciones similares en Akron (Ohio), Milwaukee (Wisconsin) y los suburbios de Annapolis (Maryland).
Por medio de este avance en su organización, los inquilinos buscan ganar peso específico en las negociaciones con los propietarios, en un contexto de precios récord de los alquileres y de fin de la prohibición oficial de avanzar con desalojos que estuvo vigente durante el momento más grande de la epidemia de coronavirus.
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Según la directora de campañas de vivienda del Centro para la Democracia Popular Katie Goldstein, desde el inicio de la pandemia se constituyeron cientos de nuevos sindicatos de inquilinos. El dato es confirmado por las organizaciones de propietarios, que sin embargo destacan que muchos de estos nuevos sindicatos todavía tienen pocos miembros.
Por el momento, la práctica más habitual de estas organizaciones pasa por exigir mejoras en los edificios o asambleas para discutir los posibles desalojos, pero en algunos casos se ha avanzado hacia la organización de protestas públicas, reclamos a funcionarios del gobierno y hasta una huelga de alquileres, propuesta por un sindicato de inquilinos en Queens, ciudad de Nueva York.
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Más en general, el escenario post pandémico ha mostrado ser fértil para la organización sindical en distintos rubros del trabajo en los Estados Unidos, desde la novedosa organización gremial de los trabajadores de Starbucks en Buffalo, Nueva York, o la sindicalización de los empleados de distribución de la corporación Amazon, en Bessemer, Alabama, entre muchos otros ejemplos.
