El presidente brasileño Jair Bolsonaro ya abandonó nuestro país, después de una breve visita de menos de dos días, en la que se reunió con el presidente Mauricio Macri, con legisladores y empresarios. Más allá del anuncio irresponsable de avances en el proyecto de una moneda común para ambos países, desmentido inmediatamente por el Banco Central de Brasil, sí se firmaron una serie de acuerdos bilaterales de cooperación y comercio, incluyendo la posibilidad de avanzar con dos represas hidroeléctricas en la frontera.
Entre los documentos firmados se destaca un acuerdo para potenciar la cooperación entre ambos países en bioenergía y biocombustibles, un memorándum de entendimiento sobre intercambio de energía, un acuerdo de cooperación en materia de planificación territorial e infraestructura, una declaración de cooperación en industria para la defensa nacional, que incluye el plan de ejercicios conjuntos de las fuerzas armadas de ambas naciones, y un plan de cooperación de ambos Ministerios de Seguridad para “reforzar la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”.
Uno de los temas más esperados en el área energética tenía que ver con el compromiso respecto de un plan común para la construcción de represas hidroeléctricas en la frontera entre Argentina y Brasil. El caso más polémico es el del proyecto hidroeléctrico Garabí Panambí, que contempla la construcción de dos diques (uno a la altura de la localidad correntina de Garabí y otro a la altura de la localidad misionera de Panambí), cuya construcción fue cuestionada en varias ocasiones por el impacto ambiental que podía generar su construcción tanto en el Parque Provincial Moconá del lado argentino como en el Parque Estadual do Turvo del lado brasileño.
Los presidentes finalmente no hicieron referencia explícita a estos proyectos, limitándose a firmar una declaración en el sentido de “priorizar los acuerdos energéticos conjuntos”, pero fuentes presentes en la reunión aseguraron que el tema estuvo presente en la discusión de ambos mandatarios y que la necesidad de generación eléctrica pesa fuertemente en la decisión de ambos gobiernos para avanzar con el proyecto, más allá de los cuestionamientos ecológicos.