A pesar de estar pisando los dos dígitos de desempleo, -que significan más de un millón y medio de desocupados que buscan trabajo y otros cinco millones que tienen empleo pero en la informalidad-, a los que hay que sumarles también los monotributistas -que alcanzan casi otro medio millón de personas-; todo ese universo no ofrece aspirantes con las habilidades técnicas que requieren el 80% de las PyMES para su ingreso, señalan desde la Fundación Observatorio PyMe (FOP)
La búsqueda más complicada, según señalan, es contratar a operarios calificados y técnicos no universitarios (especialistas en electricidad y metalmecánica, por ejemplo). Los datos indican que en el 30% de los casos las PyMes tienen problemas “graves” para poder operar debido a la falta de mano de obra calificada.
Dese la FOP hablan de un problema “estructural”. “Hay una caída de la búsqueda de trabajadores por el contexto fuertemente recesivo; de hecho en el sector de las PyMes industriales hay una caída del 9% en la actividad en el último trimestre, con respecto al mismo trimestre del año pasado, Pero al mismo tiempo 26.000 empresas que emplean a entre 10 y 200 trabajadores, lo que llamamos ‘la clase media industrial’, no pueden contratar los perfiles que necesitan”.
El desfasaje que existe entre el perfil de personal que necesitan las empresas y la oferta laboral existente es otro de los grandes temas laborales que se debe abordar. Es urgente en nuestro país la capacitación para el trabajo, especialmente de los jóvenes.
Cuáles son los requisitos que están pidiendo hoy las empresas inalcanzables para muchos de los postulantes que buscan trabajo: algo de experiencia, competencias técnicas y habilidades de comunicación, capacidad para trabajar en equipo, responsabilidad y compromiso.
Otro dato llamativo es que “sólo un 28% de las compañías manifiestan que los salarios que ofrecen están por debajo de la demanda de los candidatos. ¿Cuáles son las consecuencias de la dificultad para reclutar nuevos empleados? Caída de la productividad, la falta de desarrollo de nuevos productos y/o unidades de negocios y demasiada carga laboral para el resto de los empleados”, señala la entidad.
Según la FOP, “Las prácticas de formación profesional son una herramienta para capacitar en el trabajo de manera complementaria a la educación formal, para calificar en competencias y habilidades a los jóvenes”. Y hay un avance en la ley de educación técnico profesional, N° 26.058, reglamentada en 2013, la cual dice que “los estudiantes del último año de las escuelas técnicas necesitan acreditar 200 horas de prácticas profesionalizantes en empresas o ambientes reales de trabajo, para poder graduarse”.
Lo que se hace urgente es construir puentes entre las empresas y las escuelas y que las empresas pierdan el temor a tener algún problema legal si aceptan entrenar a los jóvenes. Según el informe de la FOP, el 85% de las firmas consideran importante promover una mayor vinculación entre las instituciones de educación técnica profesional (escuelas técnicas, institutos superiores y centros de formación profesional) y las empresas, y al 50% también le interesaría recibir estudiantes bajo la modalidad de prácticas profesionalizantes.
“Tenemos suficientes escuelas técnicas, pero no una sistemática conexión de escuelas con empresas. La escuela técnica es el motor para profesionalizar a las pymes industriales”, agrega el directivo de la fundación.
Existe un proyecto de ley de formación laboral que no ha sido tratado aún en el Congreso. Allí se sugiere la implementación de prácticas formativas y pasantías también a partir de los 18 años. La idea de las prácticas formativas es que tengan carácter de enseñanza y también de oportunidad, ya que una empresa puede más tarde tomar a una persona que considera talentosa en el campo que se le está enseñando
Lo cierto es que en nuestro país la experiencia de este tipo de capacitaciones no fue buena y de ahí que es un tema polémico que amerita un fuerte debate. Fueron los llamados “contratos basura” de los años 90, donde detrás de estas prácticas se ocultó también una denigrante precarización laboral, cuestión que sería urgente desterrar para resolver uno de los viejos temas pendientes en cuestión laboral.