La casa central de Uber reconoció pérdidas por 1200 millones de dólares en el tercer trimestre de 2019. En los diez años de su existencia, la empresa nunca reportó un balance positivo. El año anterior había sufrido un quebrando de 5230 millones, sobre todo debido a su salida a bolsa.
Luke Munn, investigador de la Universidad de Western Sidney, publicó la investigación “Máquina de quemar efectivo: la lógica de expansión planetaria de Uber”, donde intenta explicar la persistencia de los inversores en la empresa, pese a sus sostenidos resultados negativos, situación que se hizo evidente en forma clara después de 2017, cuando Uber mostró sus números, reconociendo que desde su fundación en 2009 había perdido 8000 millones de dólares.
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La apuesta parece ser la de una consolidación en el rubro, con una cartera de clientes fidelizados en aumento, que le permita ser el jugador principal con competidores que van a la quiebra porque Uber comenzó su crecimiento antes y ocupó el espacio vital. Para esta “ocupación” del terreno a veces se trabaja ofreciendo servicios o productos por debajo de los costos o a precios de dumping (un fenómeno que indica un proceso en este sentido es la baja de las comisiones para los choferes en las ciudades donde ya el servicio se considera consolidado).
Más allá de las perspectivas optimistas de la empresa, que espera conseguir ganancias globales en tres o cuatro años, lo cierto es que en el último trimestre fueron despedidos cerca de 1000 empleados, sobre todo ingenieros y administrativos, lo que equivale a un 2% de las planta de la empresa.
