Nota publicada en Informe Político
Claramente el gobierno en la búsqueda de alcanzar un lugar de fortaleza y de elección de adversarios en un año electoral, oficializó a través de su Jefe de Gabinete Marcos Peña (rostro ideal para un buen jugador de póker, con una suerte de mezcla entre Aníbal Fernández y Carlos Corach), su pensamiento al decir que desconoce “razón objetiva para convocar a un paro”.
La respuesta de la CGT no se hizo esperar, ratificando la medida de fuerza con una movilización para el martes 7 de marzo, que amenaza con ser masiva, protagonizada principalmente por sindicatos de la industria, actividad fuertemente castigada durante todo el ejercicio del poder de las autoridades elegidas en los comicios presidenciales de noviembre de 2015.
Postura similar en el frente Cambiemos esgrimió el Presidente Mauricio Macri en su paso por la banquina dentro de la apertura realizada en el Congreso Nacional (cordoneó cada vez que se salió del texto escrito), cuando se refirió de manera despectiva al titular de Suteba, dándole incluso aún más capital político a la postura docente.
Cuestión que tuvo su correlato, en La Legislatura Bonaerense donde Eugenia Vidal, en discurso ensayado con un cuasi permanente mirar a cámara, hizo foco en el conflicto con los trabajadores de la educación, después que se ninguneara la protesta gremial y la actividad de quienes están al frente de las aulas con los ‘particulares voluntarios llamados para auto convocarse’.
La CGT también convive con las corridas por izquierda y derecha, entre el riesgo de no enfrentar con más contundencia las medidas que emanan desde la casa rosada, al tiempo de ser descalificado y tildado de desestabilizador por sectores funcionales a este plan económico, que rápidamente consiguen adeptos entre un amplio sector de ciudadanos medios, para quienes la actividad sindical es casi la personificación del propio satanás, desconociendo que en muchos casos, más allá de toda crítica, es el actor social que más puede hacer para defender su poder adquisitivo y sus condiciones de empleo.
Aún así, el Movimiento Obrero deberá sortear a partir del día siguiente, la necesidad de alcanzar una unidad más amplia, si realmente quiere enfrentar con éxito la pérdida de fuentes de empleo, el respeto a los Convenios Colectivos de Trabajo y las fuentes laborales. El paro nacional que nunca termina de concretarse también está relativizado hasta aquí como efectivo para el cambio de rumbo y termina siendo parte de la negociación.
Un capítulo aparte está protagonizando el sector empresarial que algunos en casos por lo bajo y en otros directamente desde la superficie apoyan la postura de los trabajadores al tiempo que continúan con las suspensiones y los despidos.
Dejando de lado una gran parte de quienes conforman las pequeñas y medianas empresas, los dirigentes sindicales saben que también están siendo utilizados para que pongan el cuerpo en la calle a esta situación, mientras un alto porcentaje empresarial aguarda el final de la jornada de protesta, a la que le augura éxito, para luego negociar con el gobierno planes de subsidios, protección comerciales y ayuda monetaria para el pago de salarios, o de lo contrario piensan disminuir la actividad a su mínima expresión, al tiempo que volverán a reconvertirse como importadores de lo mismo que producen. De hecho, muchos nunca lo han dejado de hacer y hasta han incrementado esta parte de su actividad, incluso sobrepasando ante sus pares todo tipo de lealtad comercial.
El escenario del próximo martes está montado por la propia realidad y veremos entonces la actuación en el terreno social y laboral que recorrerá el sindicalismo de nuestro país en su expresión más amplia. Entre otras cuestiones habrá que superar cuestiones personales entre dirigentes, pases de facturas por acompañar más o menos a anteriores gobiernos, dejar de lado una actual identificación con tal o cual representación partidaria, cuestiones orgánicas que hacen a la representatividad de las regionales del interior del país, entre otras discusiones; para estar a la altura de las circunstancias de un contexto que además se produce en un año electoral de medio término, donde mucho del rumbo que recorrerá la Argentina en los tiempos que se vienen, está en el centro de la discusión.
Ya no es la movilización del 1ro de mayo del año pasado al Monumento al Trabajo con un nuevo gobierno con poco tiempo de mandato, donde se buscó trasladar la discusión a los cuerpos del Poder Legislativo, ni el acto de finales de 2016, justamente de espaldas al Congreso de la Nación, impulsado principalmente por las fuerzas sociales, donde la CGT acertó a participar activamente.
Ahora en medio de un futbol parado, la pelota social está en el campo de las organizaciones sindicales. Y tendrá que utilizar la más efectiva táctica y la mejor estrategia para conducir un proyecto de contención y desarrollo laboral en medio de un juego de intereses, donde las máximas ligas también tienen realizadas sus apuestas en medio de una creciente conflictividad social