Sin bono, el salario seguirá defendiéndose en paritarias

El anuncio ayer, de un bono exclusivamente para jubilados, echó por tierra la posibilidad de un bono generalizado para trabajadores, y el método para nivelar salarios contra inflación seguirán siendo las paritarias libres, como prefieren los gremios.

Si bien había trascendido la posibilidad de un «adicional», tanto para empleados públicos como privados, la idea quedó -por ahora- archivada por no contar con los avales de Hacienda pero tampoco con la insistencia de gran parte del arco gremial, al que los bonos no les resultan el mejor método en éstos casos.

Si bien, hubo un «tanteo» a los empresarios de la posibilidad del pago de una compensación extra, tampoco habría sido bien recibida por la gente de la UIA, que empieza la etapa de conversaciones salariales por sector, seguramente con plazos más cortos.

Bien sabido es que, históricamente, los sindicatos encuentran su razón de ser en la negociación salarial, algo que deberá llevarse hasta el final en tiempos de altísima inflación, pero que un bono definitivamente «no podrá resolver», remarcaron desde Azopardo.

Lo que sí se espera por parte de los representantes de los trabajadores es una verdadera batería de medidas contra la suba de precios y otras tantas herramientas o políticas que puedan «recomponer los salarios», tal como se los había prometido el presidente Alberto Fernández, antes y luego de asumir.

Otra vez en una mesa, volverán a reunirse como la semana pasada, Gobierno, empresarios y CGT en busca de una salida consensuada y rápida ya que estamos en el mes de apertura de la discusión de salarios, con datos de una inflación de marzo que se anticipa cercana a un 6%, lo que tensa toda negociación o diálogo previo y sólo genera preocupación en todos los sectores sentados a la mesa.

Como nunca hay acuerdo en lo real de la pérdida de poder de compra del salario, pero las condiciones de la economía no terminan de permitir la reactivación de la industria. Se suma un contexto local y global de alta incertidumbre, lo que no favorece a las expectativas de productividad y crecimiento y por lo tanto de negociaciones generosas que permitan una verdadera recomposición salarial.