En el marco de la profunda recesión económica que vienen generando las políticas económicas del Gobierno nacional, durante el pasado mes de junio se registraron fuertes retrocesos en los consumos de algunos componentes principales de la mesa diaria de los argentinos, particularmente pan, lácteos o carnes. Datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) confirman una baja del 6,7% interanual en el consumo privado argentino, principal componente del PBI.
Estos tres insumos básicos son componentes históricamente centrales de la alimentación en nuestro país, por lo que los datos difundidos en los últimos días por la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (CADAM) respecto del desplome de su consumo da cuenta de una crisis profunda, en la que la ciudadanía renuncia a elementos centrales de su dieta. Un fenómeno similar, y de aún mayor gravedad, tiene que ver con la caída en la venta de algunos medicamentos clave, que se dejaron de comprar por falta de dinero, generando graves perjuicios sanitarios.
Respecto de los alimentos, el informe de CADAM confirma que desde inicios de año retrocedió 17,5% el consumo de carne vacuna, 14,5% el de lácteos y el de 45% de panificados. Esto no tiene otra explicación que el desplome del poder adquisitivo de los salarios que, según una reciente investigación del Centro de Investigación y Formación de la Central de Trabajadores de la Argentina (Cifra-CTA), cayó un 34,1% durante los primeros meses del año, obligando a que “muchos argentinos tengan que ajustar su presupuesto”, con profundas reducciones o modificaciones de sus hábitos de consumo.
Esta caída en el consumo y la demanda no sólo tiene impactos en la mesa de los argentinos y en cuanto a la posibilidad de acceder a una canasta alimentaria mejor balanceada, sino que también golpea con fuerza a proveedores y distribuidores del sector (lo que lógicamente también se traduce en una constante pérdida de puestos de trabajo).
Desde la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de Argentina confirmaron que la producción de carne durante el primer cuatrimestre fue de 988 mil toneladas (retroceso de 7,7% en términos interanuales). La cifra es más grave aún si se limita al mercado interno, donde el desplome alcanzó el 17,5%. El Centro Industrial de Panaderos de Merlo también sostuvo en los últimos días que “todas las panaderías de la Argentina” sufren “una caída del 45% en las ventas”.
En cuanto a los lácteos, la caída fue más pronunciada en los productos de mayor valor agregado y unitario (quesos de pasta muy blanda, quesos rallados, leches saborizadas, yogures, flanes y postres). El Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) afirmó que “esta situación, sin duda, se da por un fuerte deterioro de los niveles de ingresos reales, fundamentalmente de los segmentos medios de la pirámide”.
Mientras se esperan los datos oficiales del Indec respecto de la inflación de junio, estudios de consultoras privadas difunden graves datos sobre aumentos de dos dígitos en algunos productos (contradiciendo las versiones del gobierno sobre inflación cero o incluso deflación). Focus Market, que mide 682 productos de diferentes marcas y presentaciones, afirma que “la inflación en consumo masivo en el mes de junio de 2024 fue del 4,7%”, (242% en términos interanuales y 57% en el acumulado anual), con un aumento de 2,7 de la canasta de alimentos y los lácteos encabezando las subas. Sin embargo, hay alimentos que aumentaron casi un 20%, entre ellos: Yogures (19,5%), Caldos (15,2%), Condimentos (14,3%), Crema de Leche (9,9%), Manteca (9,6%), Quesos untables (7,6%), Salsas Listas (6,9%) y Flanes (5,9%).