Después de que este domingo un conductor atropellara a dos agentes de tránsito porteños, causándole la muerte a uno, los trabajadores del sector manifestaron en el Obelisco, reclamando justicia por el hecho y denunciando la precariedad de sus modalidades de trabajo.
Cerca de las 3 de la madrugada del domingo Eugenio Veppo, periodista y funcionario del área de prensa del Registro Nacional de Datos Genéticos que depende del Ministerio de Justicia de la Nación, atropelló a dos agentes de tránsito que estaban realizando un control de alcoholemia en la esquina de Figueroa Alcorta y Tagle, frente a los estudios de Canal 7. Cinthia Choque, de 28 años y madre de dos niños, perdió la vida casi instantáneamente, mientras que Santiago Siciliano, de 30, recibió heridas de gravedad y se encuentra internado en el hospital Fernández.
Después de calificar al incidente como una “tragedia indignante”, el secretario de Transporte de la Ciudad, Juan José Méndez, este lunes reconoció que para los agentes de tránsito “hay dos modalidades de contratación” y que “la de monotributistas es una de ellas”. Luego añadió: “Después de que pasa un tiempo, aquellos que quieren van siendo incorporados a las plantas del Gobierno de la Ciudad. En promedio son entre tres y cuatro años, aunque a veces ocurre antes”.
Esta situación de irregularidad, con trabajadores del Gobierno con una relación contractual polémica, no parece responder a los dicho del funcionario, ya que la agente fallecida en el accidente ya llevaba seis años presentando facturas como monotributista sin que la hayan incorporado a planta.
Por otro lado, muchos de sus compañeros planteaban en la protesta del Obelisco que en su condición de monotributistas, con un sueldo de alrededor de 25 mil pesos, no contaban con Aseguradora de Riesgos de Trabajo (ART), lo que fue desmentido por Méndez, que aseguró que “todos los trabajadores tienen ART y todos los trabajadores tienen seguro”.
Jessica Bravo, una amiga de la agente fallecida que compartió cuatro años de guardias con ella, aseguró que además “el 80% de las veces” los agentes deben llevar adelante su tarea sin acompañamiento policial, pese a los riesgos que implica lidiar con conductores que “están bajo el efecto del alcohol o estupefacientes” o que “incluso sin estarlo suelen reaccionar de forma violenta”.
Bravo, que finalmente renunció a su trabajo como agente por las presiones del puesto, además denunció que recibía presiones para obtener positivos en los controles de alcoholemia: “Pero hay noches que parás más de 100 autos y no tenés un positivo o gente con licencia vencida. Te hacía sentir culpable porque no traías números. No nos pagaban por comisión, sin embargo nos presionaban”.