La pérdida de fuentes de empleo, el cierre de empresas, la baja de la actividad productiva, las importaciones de bienes terminados, la caída del poder adquisitivo del mercado local y las imposiciones en el funcionamiento en las entidades que los agrupan (incluida la quita de aportes a las Uniones y Asociaciones que las nuclean), forman parte de las preocupaciones que despierta el contexto, según describen desde la Unión Industrial Argentina (UIA).
Su actual presidente, Daniel Funes de Rioja, considerado por muchos, como el “histórico CEO patronal”, en las negociaciones de los Convenios Colectivos de Trabajo, fijo postura de la presente situación del país desde la perspectiva empresaria, en el inicio de un año electoral, donde cada una de las ofertas partidarias en campaña, mantendrán encuentros con este sector de la producción nacional, que tributa y genera recaudación impositiva para el funcionamiento de toda gestión de gobierno.
El gobierno avanza con el desfinanciamiento a confederaciones y asociaciones empresariales
Descontando que la discusión por la flexibilización laboral, ya es una bandera que hace flamear, con máximo impulso, la actual administración de gobierno, Funes de Rioja, describió en una entrevista radial, el enfoque que hoy priorizan los industriales locales.
Aunque en las discusiones por salarios y generación de empleos registrados, los empresarios siguen teniendo entre sus objetivos la baja de aportes al sistema social y previsional, son conscientes que hoy pueden enfocarse a ejercer con mayor énfasis otros reclamos de “dificultades de competitividad”. Y más allá de algunas estimaciones de continuidad en la pérdida de puestos de trabajo en blanco –se prevé entre quinientos y mil despidos mensuales en 2025-, con la búsqueda de ingresos desde la fuerza laboral a través de empleos más precarios e informales, Funes de Rioja, mostró preocupación, por los procesos de “reestructuración” en fábricas, debido a la caída en las ventas de diferentes actividades.
Desde ahí que el titular de la UIA resalta los problemas para competir en medio de una desregulación tan amplia para el ingreso de productos extranjeros, incluido un dólar que, según afirman, sigue atrasado en su cotización interna. De ahí que los empresarios industriales perciben que el peligro de cierre de fábricas podría continuar siendo alto, y que incluso muchas empresas medianas, deberán convertirse -al menos parcialmente-, en importadoras, para lograr subsistir en el actual escenario económico.