Hoy Lula Da Silva, aun preso en Curitiba, sigue siendo el candidato favorito a presidente para el próximo 7 de octubre. Su condición de “preso político” para gran parte de la población hace crecer más todavía el mito del “reelecto presidente obrero” con el que 40 millones de personas salieron de la pobreza durante su mandato.
El lunes se cumple su primer mes de condena, quedándole 12 años exactos tras las rejas, acusado de corrupción por el Juez Sergio Moro. Esa condena sería firme excepto que la enorme convulsión social que existe crece día a día y puede cambiar su suerte esta semana y la Corte Suprema decida liberarlo.
La Central Unica de trabajadores prepara para este lunes diversos actos en distintos puntos del país, digitados desde el Sindicato de Metalúrgicos donde Lula se refugió antes de ser detenido. El movimiento obrero se ilusiona con su líder libre y brega por él, pues consideran que es el único que puede realmente enfrentarse a la Reforma Laboral impulsada por Temer.
La Corte analiza la compleja realidad política por estos días y debate su liberación, tensando la cuerda entre los miembros más garantistas, (como Gimar Mendes) y el sector de la Corte más cercano al gobierno.
