El reclamo genuino de las bases trabajadoras ante la difícil situación económica que atraviesa la Argentina, hace pensar al sindicalismo en éste momento cuál debiera ser el camino a seguir. Dentro de la misma CGT conviven sectores convencidos de dar alguna muestra de fuerza en reclamo a las demandas laborales no resueltas con otros que consideran que una rebelión puede debilitar aún más a un presidente, que ha sido y es –aún con errores- un aliado de la Confederación del Trabajo.
Lo cierto es que algún secretario general reconoció estos días que “si este gobierno fuese otro ya le hubiésemos hecho cinco paros”. De allí surgieron los rumores de movilización, luego de una reunión donde estuvieron algunos miembros cercanos a la calle Azopardo. Aunque la medida “-no porque el gobierno no tenga responsabilidad- en principio podría ser contra los formadores de precios”, afirmaron.
Lo cierto es que, la evaluación de una posible medida, recién será analizada, seguramente, al regreso de Héctor Daer y Pablo Moyano, quienes participarán de la 110 Conferencia Anual de la Organización Internacional del Trabajo, de la que el Ministro Claudio Moroni fue designado presidente.
Si bien, ni el sanitarista ni el camionero explicitaron un temario definido antes de partir a Ginebra, los conductores de la organización madre, según puso saber Estado de Alerta, llevan una agenda referida a los “efectos de la guerra sobre el nivel de empleo, el aumento de la pobreza, la inflación mundial y la consecuente pérdida de derechos laborales adquiridos”, todos productos de flagelos como la pandemia y el conflicto bélico entre Rusia-Ucrania.
Mientras tanto en el aquí y ahora, “las papas queman”. Y el ruido está, como un espejo de lo que pasa en la coalición de Gobierno, donde se da la otra verdadera batalla, tan difícil como la lucha contra los precios. Así es que sus principales actores son conscientes también de que transitan una delgada línea de la que no deben apartarse, pues un paso en falso no hará más que favorecer la llegada al poder de otro color de gobierno, donde el sindicalismo sería elegido como enemigo y sí vendrían realmente por la quita de derechos y la flexibilización laboral tan temida.