Tras el nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y a 500 días del inicio de su gestión, el Gobierno de Javier Milei, en campaña férreo defensor de la no intervención del Estado en las negociaciones entre partes, anticipó que no permitirá acuerdos salariales que superen las cifras de inflación. En medio de un rebrote inflacionario, el ministro de Economía Luis Caputo presumió de que el salario real privado registrado se encuentra “en el máximo nivel desde agosto de 2018”. Pero esta afirmación deja de lado el hecho de que este crecimiento no se debe a un aumento de los valores mensuales sino a un fuerte incremento de la cantidad de horas trabajadas, ya que para los asalariados el básico ya no alcanza si no se le suma una gran cantidad de horas extra.
En la publicación de Caputo en redes sociales sobre el presunto aumento de los salarios también es necesario destacar el recorte intencionado que realiza el ministro, en tanto sólo se refiere a los salarios “privados registrados” (hoy apenas un 50% del empleo total), ya que si tomara en cuenta los ingresos de los empleados públicos o del sector informal, debería reconocer una muy importante pérdida del poder adquisitivo (que en el caso de los docentes universitarios, por ejemplo, supera el 40%).
Pero incluso si se analiza a ese sector privilegiado de los asalariados, es necesario remarcar que el aumento no se explica por un incremento de los salarios de convenio sino a un significativo crecimiento de 5,1% de las horas trabajadas por mes, según se desprende de un reciente informe del Centro Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD). Este fenómeno da cuenta de lo opuesto de lo que busca plantear Caputo: la realidad es que los salarios conveniados, con paritarias que para la mayoría de los gremios se cerraron por debajo de las cifras de inflación (gracias a la amenaza de la Secretaría de Trabajo de no homologar los acuerdos superiores), no alcanzan para garantizar la subsistencia y se impone la necesidad de sumar horas extra, aumentando la carga laboral.
En este caso, además, hay que añadir que se trata de ingresos inestables, no garantizados, que dependen de la voluntad de las empresas de ofrecer horas extra. “A diferencia de los aumentos negociados en paritarias, las horas extra son el primer componente salarial que se elimina cuando el ciclo económico pierde dinamismo”, advierte el informe del CETyD, por lo que ante un cambio de situación “los trabajadores podrían experimentar una brusca reducción de ingresos si la actividad interrumpe la tendencia al alza”.
Más del 40% de los trabajadores del país se desempeñan en condiciones de informalidad laboral
El dato, además, da cuenta del fenómeno de pérdida global de puestos de trabajo, que aún no logra alcanzar los niveles de 2023. Ante el escenario de gran inestabilidad económica, la mayoría de las empresas optan por ofrecer horas extra a sus trabajadores en vez de ampliar sus plantillas, lo que marca un “crecimiento de la intensidad laboral”. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), la cantidad de horas trabajadas por cada asalariado creció un 3,3% interanual en el tercer trimestre del 2024 y un 5,1% interanual en el cuarto.
Eliminando este factor de aumento de las horas extra, en realidad los salarios privados todavía estarían un 1,5% por debajo del promedio diciembre de 2022–noviembre de 2023. En relación con 2018, la cifra tomada como referencia histórica por Caputo, los salarios actuales estarían 14% por detrás.