La alternativa de utilizar el dinero recibido a través de indemnizaciones por despidos, tanto para ser parte de plataformas como Uber, Cabify, u otras, empieza a dejar de ser rentable para cientos y hasta miles de trabajadores que son expulsados de sus empleos o “invitados a aceptar retiros voluntarios”, tanto como la posibilidad de sumarse a cadenas de kioscos, o hacerlo a través de un emprendimiento propio.
Así como en los años ’90, pulularon y pronto fracasaron, las casas de remiserías, abiertas como posibilidad de ingreso por los trabajadores expulsados de las empresas del Estado –con privatizaciones apresuradas de la mano del ministro Dromi, que muchos definen como una expresión previa al rol que hoy desempeña Sturzenegger-, o de la mano de la obra arrojada al mundo del desempleo desde la actividad privada, producto de los beneficios de las importaciones, por encima de la producción nacional, hoy parece estarse viviendo un síntoma similar, pero en el modo “aplicación virtual”, que hace a la modernización que trajo el uso de los algoritmos, por encima de las prácticas analógicas.
La falta de beneficios laborales, el aumento de los costos operativos (desgaste de las unidades, combustible, seguros y otros insumos) y el crecimiento de la competencia, a partir del mayor desempleo, lo ha vuelto más competitivo y mucho menos lucrativo, para subsanar la pérdida de ingresos a través del salario.
Una situación similar se vive con los emprendimientos de “kioscos hogareños”, famosos por su aumento exponencial en tiempos de Martínez de Hoz, a partir de garajes o piezas adaptadas a mini comercios, hoy incluso con la alternativa de adquirir franquicias, para ser parte de cadena que despachan golosinas, bebidas y cigarrillos, entre otros productos al paso, de consumo alimenticio apresurado. A los que a veces se suma la oferta de un acceso no muy nutritivo a comidas rápidas.
En este caso, los incrementos impositivos y de servicios, más la caída en las ventas y la imposibilidad de poder sumar rentabilidad, debido a la baja en el poder adquisitivo de los consumidores, están mostrando cierres y clausuras en dominó en todos los barrios de la Ciudad de Buenos Aires y los municipios que forman parte del conurbano bonaerense (algo que se repite en todo el país), de estos mini comercios caseros, que también conlleva la imposibilidad de sostener personal por incapacidad para pagar sueldos y jornales, aunque sea de montos inferiores a los que determinan las estadísticas de ingreso que los ubican por debajo de la línea de pobreza.