Según confirma un informe del Banco Central de la República Argentina (BCRA), los créditos al sector privado se desplomaron durante 2018, cerrando aún más las posibilidades de financiamiento para el sector productivo. Las altísimas tasas de interés sostenidas como política oficial para evitar otra corrida cambiaria logran que crezcan los depósitos pero condenan a miles de empresas a no poder afrontar las presiones derivadas del aumento constante de los costos y la retracción del mercado interno.
El programa financiero del Gobierno cumple con las reglas impuestas por el Fondo Monetario Internacional a costa de hundir aún más en la crisis a los sectores productivos de la economía nacional, atenazados en un esquema que apunta a un creciente ajuste fiscal y más ajuste monetario, al costo de una mayor recesión que derivará en más cierres de empresas y una profundización de la caída del consumo en el mercado interno, gracias a salarios que siguen perdiendo poder adquisitivo.
Durante 2018 los préstamos en pesos al sector privado registraron un aumento de 16,6%, lo que implica 30 puntos menos que la inflación confirmada en el mismo período, lo que implica una caída de 20,5% en términos reales respecto del año anterior.
Desglosando los créditos otorgados por tipo, se constata que los que sufrieron una caída más notable fueron los documentarios (descuento de documentos, canje de cheques al banco, etc.), que retrocedieron 13,3% en términos nominales o 60% en términos reales. Un año atrás este tipo de préstamos representaban unos 290 mil millones de pesos, un valor equivalente al total de las deudas del público por tarjetas de crédito con el conjunto del sistema bancario, pero a fines de 2018 esta cifra pasó a ser de algo más de 250 mil millones de pesos, mientras que el saldo de préstamos por tarjetas llegó a 375 mil millones de pesos (un aumento del 26,6%).
El otro sistema de préstamos más utilizado por las empresas es el de adelantos en cuenta corriente (autorización de giro en descubierto), que durante el año pasado aumentó nominalmente un 23%, lo que equivale a una caída en términos reales de 16%. Este es el camino de financiación preferido por las PyMEs, pero en 2018 se llegaron a pagar tasas de hasta 100% anual.
Los créditos hipotecarios son los únicos con resultados positivos (sobre todo gracias a la gran cantidad registrada a inicios de año, antes de la primera corrida cambiaria que ahora los tornó inalcanzables para un asalariado promedio), que lograron un aumento de 62,4% nominal. Pero todas las otras opciones refleja una fuerte caída en términos reales. Los créditos prendarios tuvieron un aumento nominal del 10,6% (35 puntos por debajo de la inflación) y los créditos personales un 19,2% (casi 30 puntos abajo).