El viceministro de Ambiente, Sergio Federovisky fue contundente. “Tendremos un escenario cada vez más complejo que está siendo diseñado por el cambio climático”. Eso quiere decir que cuando hablamos del calentamiento global “no hablamos de una abstracción”, de algo que alguna vez va a ocurrir sino de algo que “está ocurriendo” y cuyas consecuencias “ya empiezan a percibirse”.
Una de ellas es “la agudización de los extremos” que significa que “donde llovía va a llover más y donde no llovía va a llover menos”, por lo que inundaciones y sequías estarán a la orden del día. “Eso es lo que está pasando en el centro y centro norte del país en donde el invierno es por definición la temporada seca”, cuestión que facilita los incendios, explicó el ambientalista quien agregó que a ello se suma “el aumento sistemático de la temperatura del planeta año tras año” que va generando una “pérdida de humedad en la vegetación” lo que genera que no se resista al fuego como hace 30 o 40 años.
Sobre ese escenario, aseguró Federovisky “se montan los pillos, los bandidos, los especuladores, los ignorantes, los desconocedores”, que con distintas metodologías algunos delinquen y otros simplemente para sacar provecho de la situación o para ahorrarse unos mangos en el gas oil del tractor o del rastrojero producen estos incendios de carácter absolutamente intencional”.
En ese aspecto señaló distintas versiones de fuegos intencionales, “algunos son –si se quiere- “accidentales” por ejemplo en “un ingenio en Tucumán termina la zafra, queda toda la materia orgánica inservible sobre el suelo y en lugar de pagarle a un peón y gastar unos litros de gas oil le prende fuego al cañaveral” y después está “el que con el fuego provoca un avance de la frontera agropecuaria en el Delta del Paraná, desmonta vegetación virgen, vegetación original del humedal con fuego en lugar de usar una topadora pretendiendo luego colocar un terraplén alrededor de la zona incendiada para que nunca más entre el agua y transformarla en un campo seco para ganadería intensiva o para agricultura o para un emprendimiento inmobiliario”, todas esas cosas conviven.
El funcionario de Ambiente reconoció que “no hay castigo real a quienes promueven estas situaciones” y explicó que “hoy la Justicia tiene a su disposición dispositivos tecnológicos ultramodernos que permiten con una definición muy precisa identificar claramente a través de un satélite de quién es el campo que se prendió fuego, con lo cual se podrían determinar responsabilidades” y reparar lo que tiene que invertir el Estado para apagar los incendios que generan para su beneficio los inescrupulosos.
Federovisky se mostró optimista respecto a que ya “hay un proyecto de ley que presentó el diputado Máximo Kirchner, tendiendo a que las áreas que se hayan quemado de bosques nativos, de ecosistemas vírgenes no pueden ser usadas por un mínimo de 60 años mientras dura su plan de restauración”. Es decir, hay que dejar recuperar a la naturaleza en los lugares que han sido quemados, y de este modo se pretende “desalentar que alguien vaya a quemar con la idea de que al día siguiente alguien le va a otorgar ese terreno gratuita y generosamente”.
Para la gestión que encabeza el Ministro Cabandié, señaló el biólogo, quien planteó como central también el tema del “tratamiento de la basura”, ya que “hoy existen 5000 basurales a cielo abierto habilitados, en la que la mayor parte de los municipios de la Argentina tira su basura en un pozo y la prende fuego como en el siglo XIX, a lo que hay que sumarle los basurales, clandestinos, escondidos y de todo tipo.
Situación que implica un problema global de la Argentina de punta a punta, donde tiene que haber “una solución diseñada por el Estado nacional” acompañada, articulada con las provincias y municipios y eso es lo que estamos haciendo “aplicando un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo, que también había sido prolijamente subejecutado al punto de que estaba perdido, caído en el gobierno anterior”.
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