Según el más reciente estudio de la consultora internacional ABECEB, en el último año nuestro país escaló 10 puestos en el Ranking de Costo Laboral Unitario Global de Manufacturas (CLU), alcanzando el 15° puesto entre los 25 países representativos para el análisis. La escalada se explica por la fuerte devaluación de mediados de este año, que implicó un aumento del valor del dólar de un 110% desde diciembre del año pasado, lo que pulverizó el poder adquisitivo de los salarios pero mejora la “competitividad” de la fuerza de trabajo argentina a nivel internacional.
La mayoría de los países pertenecientes a la Eurozona y algunos de Europa oriental, tales como República Checa y Polonia, vivieron durante el último año una dinámica opuesta, con apreciación de sus monedas respecto del dólar.
El trabajo de ABECEB destaca que de entre los 25 países en la muestra, Taiwán es el más competitivo en cuanto a costos manufactureros, seguido por Indonesia, México, Tailandia y China. En el otro extremo de la tabla se ubican Francia, Brasil, Italia, Suiza y Australia.
A nivel regional, la Argentina redujo su costo laboral un 50%, mientras que Brasil también “mejoró su competitividad” gracias a la reciente desvalorización del real en el marco del duro proceso preelectoral que vivió el país hermano durante los últimos meses. explicó Alberto Schuster, director de la Unidad de Competitividad de la consulta, quien explicó, en sintonía absoluta con la posición empresarial que: “De todas formas, tanto Argentina como Brasil siguen siendo países con una estructura de costos elevada y, a la vez, poco productivos, aun cuando los costos laborales hayan disminuido 50% en dólares respecto al promedio del año pasado”.
«En 2017 Argentina figuraba en el ranking CLU como el país menos competitivo, y ahora permanece a la estabilización de la relación entre tipo de cambio y salarios para ver cuál será el lugar que ocupe después de esta súbita escalada en de diez puestos».
El lugar definitivo en el que quedará nuestra economía a nivel mundial también se definirá por el avance o no de los proyectos de reforma estructural que impulsa el gobierno de Mauricio Macri, principalmente en lo que hace a la reforma laboral, reforma que el sindicalismo rechaza de plano, por tratarse de un avasallamiento a los sectores trabajadores.